El TLC con los Estados Unidos entró en vigencia el 15 de mayo de 2012, luego del canje de notas por parte de los presidentes Juan Manuel Santos Amílcar y Barack Obama en el marco de la Cumbre de las Américas en Cartagena. Según el expresidente Álvaro Uribe, el mismo tenía por objeto “abrir de manera permanente el mercado de los Estados Unidos para nuestros productos, a fin de generar empleo a partir de la inversión y generar recursos para erradicar la pobreza”.
Según el DNP este TLC le permitiría a Colombia el acceso “privilegiado” al mercado más grande del mundo. Se trataba, según se dijo, de llegarle a 310 millones de consumidores con alto poder adquisitivo, como que poseía un ingreso per cápita de US $47.400. La expectativa era aún mayor, toda vez que se esperaba que gracias al mismo la economía crecería entre 0.5 y 1.0 adicional del PIB de manera sostenida, los ingresos tributarios se incrementarían entre 0.6 y 0.8 puntos del PIB. La tasa de desempleo también se reduciría en cerca de 1 punto porcentual, al tiempo que la tasa de informalidad caería 2 puntos porcentuales.
Cabe preguntarse a que productos se les abrió “de manera permanente el mercado de los Estados Unidos”, como afirmó el presidente Uribe, si el propio Hernando José Gómez, jefe del equipo negociador, afirmó categóricamente: “por primera vez, desde la crisis de los años 30, Colombia tiene más acceso a mercados internacionales que oferta exportable”.
Se refiere al proceso de desindustrialización que sufrió el país a consecuencia del contagio de la enfermedad holandesa que trajo consigo el largo ciclo de precios altos del petróleo y el carbón (2003 – 2014). De allí que la apertura a la que dio lugar este y los otros TLC que firmó Colombia fue hacia adentro y no hacia fuera, como era el propósito.
Traigo a colación dos ejemplos patéticos de marcas emblemáticas de la industria de la confección en Colombia: el caso de Arturo Calle, que pasó de ser reputado confeccionista a exitoso importador y comercializador de prendas de vestir importadas, mientras que el prestigioso hombre de empresa Hernando Trujillo, tras 48 años en el mercado, se fue a la quiebra y cerró sus tiendas.
Por ello, no es de extrañar el deterioro de la balanza comercial de Colombia, que las exportaciones de Colombia hacia los EE.UU. que, en el 2011, antes de la entrada en vigencia del TLC, alcanzaron los US $21.969 millones, en el 2019 llegaron a duras penas a los US $11.290 millones, para una baja del 50% (¡!). Los defensores a ultranza del TLC con los EEUU nos dirán, como en la fábula de Esopo, ¡que las uvas estaban verdes!
En el más reciente reporte del DANE, que corresponde al año 2021, caracterizado por la reactivación de la economía, las exportaciones colombianas sumaron US $41.390 millones, para un incremento del 4.8% con respecto al año 2019 y las importaciones US $56.649 millones, un crecimiento del 12.6%, casi el triple del crecimiento de las exportaciones frente al mismo año (¡!).
*Miembro de Número de la ACCE
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