“¡Feliz aquel que, alejado de los negocios, como la gente antigua, cultiva con sus propios bueyes, libre de la pasión del lucro, los campos heredados de sus padres!”
Horacio
Mientras el Estado, como autoridad máxima, mientras los industriales del azúcar no respeten y consideren que el campesino panelero merece respeto y que no pueden pasar por encima de él con sus ansias de hacer plata, nosotros los campesinos estaremos bajo el yugo de la ambición.
La panela es un producto ancestral y tradicional que se produce en 17 departamentos del país en algunos de forma muy artesanal y en el caso de la hoya del río Suárez una región de Boyacá y Santander se produce el 47% de la panela del país, se produce de forma orgánica y no se utilizan los más de 10 químicos que se utilizan para fabricar azúcar que tanto daño hace a quienes la consumen.
El sector de la caña para la producción de panela genera ingresos a más de 400 mil familias en Colombia que se sustentan de este producto. Los paneleros en su mayoría trabajan a perdida, han sufrido durante décadas el viacrucis al que lo someten de los ingenios azucareros y la importación de azúcar al país, que manejan a su antojo para manipular el precio y cuando este cae, los campesinos terminan regalando su producción y trabajado a perdida.
Aquí el mayor problema es la ambición, los palmicultores arrasan con selvas y toda la fauna y flora, no respetan los derechos de nuestro planeta tierra, los azucareros pretenden hacer panela para llenarse más los bolsillos y acabar con el campesino panelero, los ganaderos talan la selva para volverla potreros, y al final que les quedara? ¿Será que se llevan para la eternidad toda esa riqueza o todo ese desastre?
Los campesinos queremos más igualdad, más respeto por nuestros derechos, queremos que se hagan realidad. Por eso pensamos que el presidente Duque debería aprovechar esta crisis para hacer una gran reforma agraria.
A los campesinos, la guerrilla, paramilitares y narcotraficantes, les robaron sus tierras, la restitución va muy lenta, los grandes terratenientes todos los días acumulan tierras, otros se hacen adjudicar las tierras baldías, y otros a costa del desalojo se apropian de ellas.
Es hora colombianos de que hagamos un pare, aunque sea obligado por el covid- 19, pero hagámoslo con actos de contrición y de visión futurista para salvar al país.
Los campesinos siempre fuimos mayoría, todos excepto algunos de sangre azul provenimos de sangre campesina, de manos encallecidas, luchando labrando la tierra y sacando sus provechos alimentario, como los cafeteros que con su plata y en cuyos hombros nació la República. Y aun los siguen explotando porque fueron billones los que despilfarro la Federación de Cafeteros para atender los lujos de los presidentes en el exterior. Despilfarraron toda la fortuna del Fondo Nacional Cafetero, en su momento la empresa más rica de Latinoamérica.
Ahora nos pagan mal. Somos desechables, pero vamos a levantar la cabeza y a volver a producir, pero necesitamos el apoyo del gobierno.