Pasaron los días como una ráfaga pero sembraron en esta tierra una esperanza que creíamos haber perdido para siempre. Francisco irrigó nuestro destino con mensajes de paz, perdón, reconciliación y perseverancia para que podamos llegar al feliz puerto de la concordia, que nos infunda nuevas ideas y maneras de convivir, sin la violencia que nos devora desde mediados del siglo pasado.
El Papa nos puso a pensar y a reflexionar sobre todo lo que nos distancia y entorpece nuestro destino y nuestro futuro. Nos llenó de optimismo y sembró en nuestros corazones, como bien lo expresó Pastora Mira, víctima y mártir, poner nuestro dolor “a los pies de Jesús, como una ofrenda para que lo transforme en bendiciones y perdón”.
La visita pastoral de Santidad quiso ser aprovechada políticamente, pero el Vicario de Cristo supo darle la dimensión que nuestro país necesita. Cartas, mensajes y ululares de los enemigos de la paz no pudieron empañar la presencia del Pontífice, mucho menos, opacar el impacto de sus mensajes a nuestra población.
Sus palabras permanecerán en nuestro pensamiento y en nuestros corazones generando convivencia y paz. La cizaña crecerá con el trigo, pero el final será feliz, como nos lo inculcó Francisco. Hasta la delincuencia común tuvo su tregua y muchos espíritus encerraron el odio en una burbuja de amor y convivencia.
Fue todo un éxito lo logrado por Colombia durante estos días. Y todo nuestro país, nuestro continente americano y el mundo entero, vieron con alborozo nuestra nueva cara, con rasgos esplendidos de paz estable y duradera, gente pujante y emprendedora acariciando nuevos amaneceres.
El mundo entero apreció panorama muy diferente a ese con el que rellenan sus cartas y mensajes, los de pregoneros del desastre.
La televisión mostró la dimensión exacta que hoy poseemos. Por fortuna, contamos con un profesionalismo televisivo que envidian otras latitudes. La transmisión fue impecable. Muchos meses de dedicación permitieron armar la mayor hazaña que se conozca, con manos colombianas, talento nacional y ganas, muchas ganas. El Mintic David Luna, su personal y Jhon Jairo Ocampo desde RTVC, fueron incansables desde el principio. Toda la capacidad técnica de Señal Institucional, los canales privados, las productoras y el equipo humano, jugaron en este cometido.
Se trataba de que los colombianos y los televidentes del mundo pudieran “dar el primer paso” sin perder detalle alguno de las actividades del Papa. Y lo lograron. Esta fue la primera vez que no tenemos que contratar en el exterior talento, tecnología y avidez. Utilizamos acertadamente la capacidad e inteligencia de nuestra gente: fue una admirable transmisión. Día y noche nos tenían en las pantallas a Francisco. Esa es calidad que no debemos desperdiciar. Este puñado de hombres bajo las directrices de J.J. Ocampo y en la parte final con el apoyo de José Jorge Dangond, armaron una transmisión espléndida. El mercado mundial necesita estos talentos.
Nuestra TV permitió mostrarnos ante el mundo y Francisco.
BLANCO: La limpieza en Aerocivil.
NEGRO: Según Pastrana USA consume menos droga.
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