Por las sorprendentes informaciones sobre las aéreas cultivadas con arbustos de coca en Colombia, donde se muestra un crecimiento inusitado, hecho que preocupa tanto al gobierno colombiano como al norteamericano, el señor Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, solicitó en oficio al Ministro de Justicia, Jorge Londoño, por ser el coordinador en el Consejo Nacional de Estupefacientes, una reunión para estudiar la posibilidad de restablecer la fumigación aérea, en las zonas cultivadas con plantas de coca.
Debemos entender que el problema no es de poca monta, pues está en juego la imagen del país y su compromiso mundial en la lucha contra las drogas estupefacientes. Quisiera darme la libertad para tocar un poco el asunto y recordar que la aspersión aérea en zonas cultivadas con plantas ilegales no fue improvisada, antes de autorizar el gobierno de turno este tipo de actividad, los ministerios vinculados al tema agotaron todo tipo de exploraciones y estudios, para presentar ante el Señor Presidente, su gabinete y el mismo Consejo Nacional de Estupefacientes, las ventajas o falencia de un programa tan radical. Sin embargo se realizaron las pruebas y reconocimientos que concluyeron con la autorización de las autoridad es para proceder con esta estrategia, en la que colaboró el gobierno norteamericano por ser de su interés nacional y política exterior, apoyado en un convenio firmado con la Policía Nacional, institución que acompañó todo el proceso exploratorio, recibiendo la responsabilidad y comprometiéndose en una labor difícil, riesgosa y criticada por sectores afectados con el procedimiento.
Los ataques aparecieron paralelos al trabajo, originando una lucha desigual, pues los aviones y helicópteros fueron combatidos desde tierra, causando daños al equipo y los hombres en alta proporción; sólo con el Plan Colombia, donde se vinculó a las Fuerzas Militares en la lucha antinarcóticos, se pudo controlar y tener seguridad en tierra, al contar especialmente con el Ejército, que hizo presencia en los cultivos a neutralizar durante la aspersión; la Armada controló los ríos y la Fuerza Aérea patrulló e identifico las pistas y los vuelos clandestinos.
El señor fiscal, por su recorrido en cargos del sector público, conoce la problemática y sostuvo polémicas sobre estrategias, “en su mayoría ensayadas”, para erradicar los cultivos ilícitos en Colombia y, seguramente, recomendara utilizar todas las formas de lucha para fortalecer la política contra la siembra de plantas proscritas en diferentes estadios y modalidades.
La Organización Mundial de la Salud prendió alarmas advirtiendo que el glifosato puede ser cancerígeno y la Corte Constitucional pidió suspender la fumigación con éste; hoy existe una alternativa, otro herbicida, creemos que se debe abrir el debate e iniciar el proceso y realizar pruebas, pues no es saludable negarnos la posibilidad de utilizar la aspersión aérea, la estrategia está diseñada y la lucha contra el narcotráfico continúa.