Sin lugar a dudas en los últimos días la Policía Nacional de Colombia ha permanecido en el ojo del huracán. Es imposible abordar en estas columnas de opinión tema diferente, especialmente para los que por generosidad del destino, hemos hecho parte activa de sus filas; pero el contenido cada día se dificulta más, pues la lluvia de columnas, artículos de prensa y entrevistas, ya no dejan espacio para opinar y si observamos con curiosidad, todos los enfoques están agotados, algunos en defensa de la Institución y otros venidos de personajes que no quieren perder la oportunidad para atacarla, sabiendo que representa la institucionalidad, la democracia y el orden mismo, posiciones y doctrina que juega en contra de sus interese, tendencia y pretensiones.
Sometiéndome a la posibilidad de ser reiterativo, permítanme llamar la atención sobre aspectos que a mi juicio merecen especial cuidado y pueden jugar un papel importante en el futuro de la Institución y el país, porque querámoslo o no, la Policía representa gran parte de la estructura del Estado, y de su buena gestión dependen la imagen tanto interna como externa del país. Ello porque las responsabilidades que en estos últimos tiempos los gobiernos le han asignado la Institución y los resultados obtenidos, muestran la seriedad con que Colombia encara sus compromiso contra el crimen internacional y la delincuencia transnacional.
Sustento lo dicho en hechos palpables, como la lucha contra el narcotráfico, reconocida y admirada mundialmente; los éxitos contra el secuestro, la extorsión y demás delitos conexos, donde las comunidades extranjeras han pedido ayuda y orientación. Luego el país cuenta con una institución mundialmente reconocida, que no podemos permitir la vengan manejar y manosear fuerzas oscuras fincadas a la caza de errores, equivocaciones, tropezones o desaciertos que sin haberse aclarado, salen con mandíbula batiente a pedir reformas de fondo a la policía. Qué horror, qué cinismo, qué oportunismo. Parece el cumplimento de una estrategia estudiada y concertada contra nuestra adolorida patria.
Que la policía está urgida de reformas, gran equivocación y demostración de ignorancia. Lo que necesita la institución son ajustes permanentes que marchen al ritmo de la evolución mundial, como lo tienen previstos los mandos y son proyectos de poca difusión por lógicas razones. Lo que necesita la Institución es respeto por sus cuadros de mando y no pretender invadir la operatividad de hombres profesionales y curtidos en la lucha contra la criminalidad en todas su formas; lo que necesita la Institución es un ajuste en las incorporaciones y capacitación, conceptos violentados en tiempos pretéritos, que deben regresar a su cauce para formar, con la infraestructura docente que cuenta la policía, los profesionales que el país espera. Urge la institución del apoyo en justicia e infraestructura carcelaria.