Hay palabras demeritadas por pequeños seres o circunstancias a los que se les da ese nombre, pero que, aplicando su valor a otros significados, llevan a un inmenso contenido, y a señalar obras de inconmensurable dimensión. Se habla, p.e. de “misiones comerciales”, que pueden ser entre pequeñas poblaciones o de negocios de ínfimo valor, y de “misiones diplomáticas”, a veces de pequeños convenios entre mínimas regiones, o de otras de gran potencia militar o económica, pero hechas entre personas salpicadas por miras egoístas, y de ánimo de dominio sobre pueblos y naciones.
Al terminar septiembre pasamos a octubre, señalado éste, para gran parte de la humanidad, como “Mes de las misiones”, época de trascendencia e infinito precio al conectar con los valores del espíritu, inalcanzables cuando hay miras meramente materiales. Viene a la mente cuanto dijera Jesucristo, Rabí de Galilea: “¡De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma!” (Mt.16,26). Bien señalados están esos valores cuando el mismo Maestro, presentó sus parábolas sobre tesoros escondidos en un campo por los que “vale la pena venderlo todo” (Mt.13,44).
En forma ultrasencilla expresó el Apóstol Pedro, en predicación en casa del Centurión Cornelio (Hch.10,34-43), al precisar que “la cosa comenzó en Galilea”, cuando, después de la misión de Juan Bautista, se inició la de Jesús, asistido por el Espíritu Santo, y quien entrega su Mensaje “al pasar haciendo el bien”. Fue Él quien mandó a llevar “su Evangelio a todas las gentes”, anunciando que Él será Juez de vivos y muertos. Es allí donde nos coloca, con toda su trascendencia, este “Mes Misional”.
Coincide esta celebración con el reciente viaje apostólico, verdadera epopeya misionera que el Sucesor de Pedro, el Papa Francisco, acaba de realizar por Asia y Oceanía, tarea amplia, en nuestra época, que impulsaran S. Paulo VI y S. Juan Pablo II, completado, ahora, por nuestro Papa Latinoamericano, Francisco, en 19 países, y quien, a pesar de su edad y salud menguada, aspira visitar algunas naciones más. Indonesia, Papúa, Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur fueron los países de la reciente Visita Pontificia.
El llamado de Jesús no ha terminado, de “ir al mundo entero”. Han pasado más de dos milenios, y su voz sigue resonando. Está vivo su llamado, y abiertos los oídos. La gran y fundamental Misión continúa, al igual a la de los Doce y a la de S. Paulo, en solicitud de llevar el Evangelio “a todas las naciones”. Ha advertido el Papa Francisco, que el entrar a pertenecer legalmente a la Iglesia de Cristo no es condición de salvación, pero que sí lo es que se logra solo por los méritos de Él, por lo que se abren a todos los humanos las puertas del cielo. Es pronunciamiento de gran importancia entre creyentes de otras religiones.
Quienes, hemos colaborado y visto sus frutos en esta obra salvadora, sabemos que por los siglos de los siglos continuará como verdaderamente fundamental labor, en la cual el Papa y los demás directivos dan ejemplar empeño. En ésta la más importante Misión a la cual, felizmente, en Colombia, se han abierto las puertas, las invocaciones a María nuestra Reina y al Sagrado Corazón, nos han colocado y nos mantendrán en puesto de privilegio.
*Obispo Emérito de Garzón
Email: monlibardoramirez@hotmail.com