La invasión de Ucrania está cambiando algunos de los paradigmas clásicos de las últimas guerras. El primero: la imagen de Rusia como gran potencia militar. A pesar de su superioridad en número de soldados de infantería y marina, en unidades de tanques y demás blindados y sobrada también en aviones de combate, hasta la fecha, ha sido incapaz de consolidar el territorio ocupado militarmente.
Este hecho sorprendente obedece a diversos factores. El más destacado describe el valor y la capacidad de sacrificio y resistencia de los soldados ucranianos, cuyo ejército está recibiendo cuantiosa ayuda militar desde finales del mes de febrero, que es cuando las tropas rusas invadieron el país por el noroeste.
Ayuda en materia de inteligencia militar: datos sobre movimientos de tropas obtenidos por los satélites norteamericanos y ayuda, sobre todo, en diversos tipos de armas y pertrechos. Ayuda procedente sobre todo de los EE.UU: misiles antitanque de hombro tipo Javelin y M-270 del Reino Unido y, en dispar cuantía, otras clases de armas procedentes de casi todos los países de la OTAN. También de España.
De Turquía han recibido drones de combate, ingenios no tripulados que se han revelado muy eficaces en la lucha contra los tanques y demás blindados rusos. A algunos de estos aparatos capacitados para transportar y lanzar misiles parece que fueron empleados, a mediados de abril, en el hundimiento del "Moskvá", buque insignia de la Flota Rusa del Mar Negro. Este mismo tipo de armas también habrían sido decisivas en la destrucción de decenas de tanques T-72, algunos modelos del moderno T-90 y muchos transportes de infantería blindados tipo BMP-2. Hasta el punto de anular la superioridad estratégica en tierra atribuida a Rusia en función de su numeroso parque de carros de combate. Los drones han devenido en una suerte de amenaza fantasma cuyos efectos devastadores aterrorizan a los soldados rusos.
Por otra parte, la amenaza de los misiles tierra-aire, han conseguido un hecho insólito: mantener a raya y sin apenas intervención a la poderosa aviación rusa. Los caza-bombarderos y helicópteros que emplearon a fondo con una eficacia letal en la guerra de Siria, en Ucrania apenas han tenido papel en los combates. El temor a los lanzacohetes ligeros ha cambiado las tácticas de combate.
A principios de julio las crónicas reportaron el derribo de un cazabombardero ruso Sukoy Su-34. Algunas fuentes elevan hasta una decena el número de derribos, pero el papel de la aviación rusa en la invasión está siendo escaso. Es otra de las llamativas conclusiones a extraer de este conflicto. Una guerra que está cambiando las tácticas y formas clásicas de hacer las guerras.