No obstante las buenas predicciones que se ciernen sobre Colombia para este año en el espectro político, social y económico se erige, temprana y colateralmente, un karma, terrible, absorbente, policéfalo, como la Hidra de Lerna de la mitología griega, a la que le cortaban una cabeza y le salían dos nuevas: el crimen organizado y el desorganizado; la red del narcotráfico y sus hileras sangrantes, esparcidas por pedazos sensibles de nuestra geografía y que han cobrado líderes sociales -y simples líderes de la vida- todos estos primeros días del año, haciendo vaticinar a las “astrólogas” Tola y Maruja, releyendo las cabañuelas del Almanaque Bristol, que la tendencia macabra continuará durante todo el año.
Pero también los alzados en armas, bajo el alias de subversivos, incluyendo las temibles disidencias de las Farc que siguieron su vieja costumbre de narcotraficar y que han estado matando a los “vendidos reinsertados” -el año pasado lo hicieron con 77- llegando al atrevimiento de apuntar contra su cabeza, alias Timochenko, pero de manera fallida, gracias al pronto accionar de inteligencia del Ejército pues, de haberse consumado, los opositores profesionales ya estarían en la calle tirando piedra, vociferando y pidiendo las cabezas del Presidente Duque y del senador Uribe. Igualmente, el sicariato, que según estudio de la Fiscalía abarca el 52.6% de todos los homicidios del país, contabilizando 17 diarios y que el año pasado cobró la vida de 6.466 ciudadanos, y la delincuencia común, que sigue asolando campos y ciudades, sin un Hércules que se les enfrente y aniquile, porque al único héroe que nos queda, las FF.MM., la maldita hidra trata de acribillarlo a punta de veneno, infundios y calumnias.
Frente a semejante panorama, la páginas rojas del diario vivir nos recuerdan cada mañana que el paisaje colombiano se ha reducido a un lamentable caso de policía y que esas páginas hay que pasarlas con pinzas quirúrgicas para no mancharnos de sangre las manos ni la camisa de fuerza en que nos tienen metidos los criminales -que no son muchos, pero sí machos y están dispuestos a jugarse la vida por un puñado de dólares y saben que entre más peligrosos más poderosos- y llegan al extremo de asesinar cobardemente, a sangre fría, a una humilde pareja de recién casados -líderes ambientales- en cercanías de Palomino, en las Tierras del Olvido, como para espantar a todos los turistas que quieren soñar fundidos al atardecer en el esplendoroso paisaje de la Sierra Nevada de Santa Marta. Tremendo reto el que tiene el gobierno, rescatar y fortalecer todos los mecanismos que conlleven a la Seguridad Democrática, porque la hidra del pantano sigue viva, es un monstruo grande y pisa fuerte.
Post-it. Yo tenía entendido que a los más temibles terroristas, como Qasem Soleimani, Comandante del cuerpo de élite de las Guardias Revolucionarias Iraníes, al combatirlos y neutralizarlos, se les “da de baja”, que fue lo que ocurrió en el temerario, brillante y quirúrgico golpe militar de Trump, interpretando el interés de la humanidad. Pero hay escritores, como William Ospina, que en su última columna de El Espectador escribe que el terrorista de marras fue “asesinado”. Pura cuestión de semántica, doctores.