¿La historia lo absolverá? | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Diciembre de 2016

La muerte de Fidel Castro obliga a hacer algunas reflexiones sobre el papel que esta figura mítica-según algunos- jugara a lo largo de medio siglo, particularmente en América Latina. Castro. Sin duda era un líder con capacidad de arrojo que enfrentó a los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos desde que llegó al poder, que, a su vez, le decretaron el embargo para presionar el regreso a la democracia con la convocatoria de elecciones libres.

En esa tarea no estuvo solo. A raíz del fracaso de la operación de Bahía Cochinos conformó una alianza política y militar con la antigua URSS y se convirtió en el alfil de sus intereses estratégicos en este continente en el marco de la guerra fría.

Castro llegó al poder en la isla el primero de enero de 1959, luego de derrocar la dictadura sórdida de Fulgencio Batista, con diferentes apoyos. A partir de entonces se declaró marxista, condición que no había revelado antes, y comenzó a aplicar el recetario de esa doctrina teniendo como referente el modelo soviético, incluidas las prácticas más reprobables del régimen estalinista, como las purgas internas, el exilio y el exterminio de quienes se apartaban de la ortodoxia del pensamiento de los jerarcas del kremlin. Así ocurrió en Cuba.

Fidel Castro pasa a la historia como el jefe de un régimen autoritario a quien se le reconocen logros sociales de cierta importancia, especialmente en salud y educación, que terminó sacrificando las libertades individuales con el fin de uniformar el pensamiento de su pueblo desde la cúpula del Gobierno.

En ese proceso, muchos de los aliados que habían contribuido y le habían facilitado el camino hacia el poder perdieron la vida y la libertad, como fueron los casos de Camilo Cienfuegos y Uber Mattos, entre otros.

Al quedar atrapado en la madeja de los intereses soviéticos, Fidel Castro no tuvo la audacia de montarse en las reformas que había inspirado Gorbachev con la perestroika y el glasnost, y como hombre de gobierno no vislumbró el fracaso del modelo económico que implantó, igual al de la URSS, para adoptar correctivos y airear su régimen político abriendo espacios de democratización.

De todos es conocido que la economía cubana no ha sido autosuficiente. Ha dependido del apoyo soviético y en las últimas dos décadas del que le ha brindado Venezuela, cuyos dirigentes, por pretender reproducir la experiencia cubana, terminaron por asfixiar su aparato productivo y sumirla en el proceso de desestabilización que hoy afronta.

En consecuencia, se inicia una época en la bella isla caribeña sin la sombra de quien la gobernó durante casi 50 años. El mando lo heredó su hermano Raúl, hoy de 85 años, quien no parece tener los destellos de su hermano mayor. Como si se tratara de una monarquía; circulan rumores de que están preparando a un nieto de Raúl Castro para la sucesión. El mito que han construido sobre su figura y sus acciones quedarán sujetas al juicio severo de la historia ¿La historia lo absolverá?