Más rápido de lo esperado se empezó a sentir la desbordada inflación, que no se registraba desde los gobiernos de Andrés Pastrana el siglo pasado y Duque en este. En agosto, mes de las cometas, se elevó el costo de vida a 10.84%, por la carestía de la carne, leche, líquidos, alimentos, “corrientazo”, electricidad y combustibles.
Increíble que en un país con crianza extendida de ganado, desde las sabanas, hasta la desforestada selva amazónica, tengan unos precios tan elevados la carne y la leche. Es irracional e ilógico que no haya un control de precios y exportaciones de alimentos tan básicos.
Palosa en su caricatura de este martes, en EL NUEVO SIGLO, atribuye ese encarecimiento a la urgencia de restablecer “las convivir 2.0”, que defiendan las tierras de los ganaderos. Son millares de animales que se exportan en pie, en las peores condiciones.
Pero bueno: como no solo de carne y leche vive el hombre, hay otros alimentos que muestran incremento en sus precios. El pan, del que sí vive el hombre, también se encareció y redujo su tamaño.
A Juliet Solano, la encargada del DANE, correspondió esta vez dar el baldazo de agua a los colombianos, con las cifras de una inflación galopante, que se hubiera podido derrotar si el gobierno de entonces se le hubiera adelantado a la escasez de alimentos. Lo había planteado en columna anterior, que simultáneamente con la acertada vacunación, se debió emprender un programa agropecuario de gran envergadura, como lo planteó oportunamente Jorge Pedraza, Secretario del Grupo Andino, para producir nuestros alimentos, mantener el empleo y exportar para compensar nuestra economía.
Hoy estamos pagándola: vemos cómo el PAE alimenta los niños pobres con comida chatarra y carne de burro en precarias condiciones.
Los precios de los servicios públicos, los arrendamientos, el gas, los combustibles, el transporte y tantos más, castigan sin piedad a nuestra población.
Mientras los estanques están llenos y colombianos subsidian la energía de los costeños, allí se pagan los precios más altos del país y las empresas productoras se llenan de dinero.
Es claro que, en su momento, las autoridades, los políticos y la sociedad se complacían con el robo y contrabando de este servicio.
Un kilovatio en el interior del país vale menos de la mitad del que se cobra en la Costa. Ya Petro ha tomado nota y anuncia soluciones.
La inflación es grave y con tendencia a empeorar si no se aplican medidas de emergencia para controlar los precios, aumentar nuestra producción agrícola, eliminar el contrabando de los servicios públicos y las invasiones que últimamente azotan por igual a agricultores, campesinos y propietarios de las tierras. Petro está ofreciendo todo lo que tiene a su alcance y la ley le permite para alcanzar la Paz Total. Merece un apretón de manos.
BLANCO: A 12 años llegó El Muro, el medio de los periodistas para los periodistas. Felicitaciones Norberto Patarroyo, quien no desmaya en sostenerlo.
NEGRO: En Bogotá, hasta los “trenes de Aragua” atracan. Inseguridad total.