Se cumplen los primeros cinco años del fallecimiento del doctor Álvaro Castaño Castillo, nacido en Bogotá el 9 de junio de 1920 y fallecido en su ciudad el 9 de agosto de 2016. Fue el cultor “de la inmensa minoría”, como fundador de la emisora HJCK “el mundo en Bogotá”. Él, quien no quiso ejercer el Derecho, pero que actuó rectamente toda su vida, fue miembro fundador de la Universidad de los Andes y de la Casa de Poesía José Asunción Silva; pero pudo más su pasión por el tenis (era campeón desde los doce años), así como por el cigarrillo y la cultura, para desarrollar a través de las voces y la música los grandes valores del espíritu.
Álvaro Castaño Castillo, fundó desde el colegio, con Indalecio Liévano Aguirre, la “Academia José Asunción Silva” y, además de pertenecer a la Academia Colombiana de Historia Policial, como Miembro Honorario e Historiador Policial, también fue Individuo de Número y luego Honorario de la Academia Colombiana de la Lengua, la cual le reconoció ser el autor de la acepción colombiana de la palabra “churro”, para denotar a las mujeres bonitas.
Igualmente, en algún momento de los inicios de su carrera, fue el secretario de la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, sobre lo cual tiene un magnífico recuerdo:
“Aquí aprendí, siglos más tarde, que don Quijote de la Mancha, protector de los débiles, de los necesitados y de las doncellas en los polvorientos caminos de Castilla, fue el primer policía; aquí observé el paso tardo de los policías ingleses y norteamericanos que se confundían con el pueblo y que ignoraban la arrogancia marcial de los ejércitos; aquí, en fin, aprendí que la Policía es una fuerza mansa que debe ignorar toda violencia y que está hecha para acompañar al hombre en sus quehaceres”.
Su tesis de pregrado en la Universidad Nacional de Colombia es aún uno de los mejores libros de Teoría del Derecho de Policía publicado en el país: “La Policía, su origen y su destino”, que desde 1947 hizo parte de la colección “Biblioteca Escuela de Policía General Santander”. Nunca en la historia de la vida académica de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia, una tesis de grado había alcanzado los honores de una segunda edición, sesenta años después de publicada la primera.
Y es que Castaño expresaba que “Nunca me había detenido a pensar sobre la importancia de la Policía, tema sobre el que tenía una idea difusa y -me avergüenza recordarlo- más bien despectiva”. Pero, en cambio, tenía el más alto concepto sobre la rectitud, el encendido amor a la verdad y a la justicia, que lo caracterizó como a los grandes patricios de nuestra historia.
Su poema favorito era de Borges: “La vejez/ (tal es el nombre que otros le dan),/ puede ser el tiempo de nuestra dicha./ El animal ha muerto o casi ha muerto,/ quedan el hombre y su alma…”.