Hoy lunes 10 de julio, recibo el honroso título de miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua y, la asignación de la silla correspondiente a la letra “U”, lo que además lleva consigo la inclusión como Individuo Correspondiente Hispanoamericano de la Real Academia Española de la Lengua.
Estas altas distinciones que me honran, las recibo gracias a la generosidad de quienes postularon y consideraron mi nombre para acompañar la tarea de preservar nuestra Lengua y hacer valer el artículo 10 Superior, la ley 2 de 1960 y su Decreto Reglamentario 189 del 4 de febrero de 1964; la ley 14 del 5 de marzo de 1979 sobre la protección y defensa del idioma, el decreto 2744 del 14 de octubre de 1980 para la promoción del idioma frente a los extranjerismos, así como el decreto 707 del 23 de abril de 1938, por el cual se instituye el Día del Idioma, así como el Día Nacional de las Lenguas Nativas que se conmemora cada 21 de febrero para resaltar la riqueza lingüística y cultural de la nación.
El 6 de noviembre de 1950, hace ya 73 años, mi abuelo materno, el doctor Julio César García Valencia, también fue ascendido a la categoría de Individuo de Número de la Academia, en la silla “Y”, la que no alcanzó a ocupar, pues por entonces, los académicos se reunión pocas veces al año y dejaban pasar lustros sin tomar posesión.
En la Academia Colombiana de la Lengua, el sillón de la letra “U”, fue creado el 21 de marzo de 1941, ya que, desde sus inicios, había era doce sillones de número, en conmemoración de los doce apóstoles y al número de chozas mandadas construir por Jiménez de Quesada al fundar Bogotá. Como curiosidad, en la Real Academia Española, los sillones de número se dividen en las letras del alfabeto en mayúscula y en minúscula, siendo poseedora de la “U” Clara Janés y de la “u” Antonio Muñoz Molina.
La “U”, es una de las pocas letras del español que pueden aparecer como letra muda y, es habitual encontrar la letra U en medio de una palabra que en posición inicial o final.
Como séptimo poseedor en forma vitalicia desde ahora de la silla de la letra “U”, me han precedido Don Esteban Jaramillo, abogado de Abejorral, el gran hacendista y economista, quien como literato usó los seudónimos de Inocencio Ramos y Federico Batista; Don Luis Augusto Cuervo Pérez, abogado nacido en Cúcuta; director de la Biblioteca Nacional de Colombia; Don Fernando Antonio Martínez Cifuentes, nacido en 1917 en Buga, jefe del Departamento de Lexicografía del Instituto Caro y Cuervo; Don Mario Alario di Fillipo, nació en Mompox en 1920, fallecido en 1977, autor del ‘Lexicón de colombianismos’; Monseñor Mario Germán Romero Rey, nacido en Fómeque en 1910 y, fallecido en 2009 en Bogotá, profesor de los seminarios conciliares; y, Don Héctor Hugo Orjuela Gómez, nacido en 1930, catedrático de la Universidad de California, autor de la “Historia crítica de la literatura colombiana”.