Los famosos por sus condiciones personales y méritos merecen el reconocimiento colectivo, han ganado su prestigio. Pero no me refiero a ellos sino a personas con mala fama cuyas fotografías aparecen por todas partes, las entrevistan, reproducen opiniones, ocupan sitio destacado donde no corresponde en medios de comunicación y en las redes sociales.
El fenómeno es mundial, a gente así le gusta hablar, cambiar el fondo de la noticia, seguir la línea del personaje de una novela quien decía: “Déjeme la gloria de mi mala fama que es muy justa y me enorgullece.”
El grupo musical argentino Mala Fama atribuye su éxito al nombre, la canción con este título suena, conocida estrella de la pornografía hace ostentación de la suya, no desaprovecha ocasión para aceptar entrevistas de prensa, radio y televisión en el empeño de aumentar ganancias y audiencia, por fuera de los tribunales, sin sonrojarse, investigados por la comisión de delitos de diferente tipo expresan a su acomodo la versión de los hechos a la búsqueda de desvirtuar acusaciones, entonces la información se parte, el tema merece un análisis sociológico.
La sociedad se ha vuelto complaciente, encontrarse en libertad condicional no es óbice para visitar clubes y restaurantes, recibir saludos, políticos demagogos propagan la satisfacción de haber obtenido votos de electores probos, con puesto en las corporaciones públicas escuchan alabanzas y aplausos mientras que colegas carecen de la oportunidad de explicar iniciativas.
En México, por ejemplo, el “Chapo” Guzmán, condenado a una pena de cadena perpetua más treinta años de cárcel que paga en una prisión de los Estados Unidos, el principal narcotraficante de los últimos tiempos, si bien no se expresa personalmente cuenta con áulicos y allegados que prosiguen actividades inmorales copando con argumentos extraños la primera plana de los medios, Frida Guzmán, su nieta, hija de Edgar Guzmán López, que murió abaleado el 8 de mayo del 2008 en Chuliacán, quiere ser cantante, tiene derecho a ello, le ha ido bien con la interpretación de “Algo te va a hacer llorar”, eso no lo discuto. Pero la publicidad se expande más que por su voz o su belleza, los seguidores la respaldan y aclaman por ser la nieta del “Chapo”. He aquí como le sirve la mala fama.
Y en Colombia, condenados por su participación en el denominado carrusel de contratos, que incursionaron recientemente en el negociado con Min-Tic se ufanan de sus maniobras y centran su defensa en mencionar nombres de involucrados, en agrandar la posible participación de políticos que llamaron a la ministra para presionar la adjudicación del billonario contrato con la Unión Temporal Centros Poblados.
Indispensable abordar el asunto, las nuevas tecnologías de la información se prestan para el entredicho a lo largo y ancho del planeta, los comunicadores muchas veces sin caer en cuenta, actuando de buena fe, facilitan este tipo de protagonismo; en otras creen que merece entregarlo sin decantar a los receptores. Hay relación entre la mala fama y la noticia.