“Las primeras puntadas del sello presidencial”
Al inicio de un gobierno suele ser natural ver con expectativa cuál va a ser el sello personal, su distinción, luego de una campaña electoral donde juega siempre la ilusión por un cambio. Así, la política, bien entendida, se transa por la búsqueda de la transformación de una realidad social que viene concatenada con la posibilidad de “mejora” de una u otra circunstancia, donde las promesas se honran con hechos reales.
Quienes votaron a favor del gobierno tienen la esperanza y quienes no la incertidumbre con un tiempo de respuesta. De ahí que esa tradición, inspirada por Roosevelt, de los primeros cien días, se vuelva una especie de hito y pretenda imprimir un sello, donde las medidas de urgencia y la Agenda se vuelven el hilo conductor.
Sin entrar en las características tan especializadas hoy en día sobre la relevancia de las marcas, vale traer a colación su definición de diccionario: señal que se hace o se pone en algo o alguien, para distinguirlos o para denotar calidad o pertenencia. Como también la señal o huella que no se borra con facilidad.
Las primeras puntadas del sello presidencial pueden estar en el nombramiento del gabinete y del resto del Ejecutivo, en el discurso de posesión y en la posible gobernabilidad (posiciones de coalición, independencia y oposición). En cuanto al gabinete, el presidente Duque innova básicamente con la paridad ministerial dada a mujeres preparadas y tiene un distingo de técnicos, con varios miembros jóvenes. En el discurso de posesión mantiene su propuesta electoral en tres ejes fundamentales: la legalidad, el emprendimiento y la equidad. Y en gobernabilidad, posesionado el Congreso, se conocen los posibles apoyos de cada bancada o partido.
Si bien, los cien días son, en su origen, un período para tomar medidas de emergencia ante hechos que se consideran críticos, puede decirse que acciones como el control a la dosis mínima de droga, los 16 Consejos de Seguridad, el retiro de Unasur, el enfrentamiento a grupos criminales y la optimización de la inversión social en el presupuesto, hacen parte de estas acciones urgentes. Pero, más allá de los cien días, es importante descubrir ese ADN que visualice el quid de la Agenda del gobierno, ajeno a la presión de coyuntura
Ya se reconocen los “talleres construyendo país” y comienza a visualizarse el Pacto por Colombia, pacto por la equidad, como Plan Nacional de Desarrollo. En ambos se tiene un claro propósito de Desarrollo Regional, que se hace indispensable comunicar con insistencia, porque puede convertirse en el gran sello.
Es necesario entender con mayor precisión las condiciones de hoy de los acuerdos de paz y socializar las reformas de fondo, porque es muy posible que impliquen el sacrificio de muchos. Las reformas estructurales marcarán la contundencia de las acciones del gobierno y en ellas se reconocerá su personalidad, con una definición de la Agenda dentro de todo ese bagaje de propósitos que se pueden tener.
Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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