Hace tiempo el tema de policía es parte integral del diario vivir en los colombianos, sabemos de antemano que la institución tan cara a los sentimientos de nuestros compatriotas es de suma importancia nacional por estar cerca de la ciudadanía, tanto rural como urbana, y representar al Estado en su función de seguridad y control del orden público interno.
Ya lo dijo el Presidente Alberto Lleras Camargo en el teatro Patria “tendremos bueno o mal gobierno, si tenemos buena o mala policía” concepto que encuadro en el doctrinario policial, reconociendo que la institución es vaso comunicante entre autoridades y la ciudadanía; sin embargo en estos tiempos el organismo se ha convertido en motivo de escándalo y recurso de muchas personalidades con ánimo de figurar, a tal punto, que si un miembro policial efectúa un procedimiento equivocado, no falta el líder que sale a pedir reforma al cuerpo; si existe un procedimiento colectivo con resultados negativos, veremos la autoridad que demanda crisis institucional. Se presentan incongruencia en el mando y todo el mundo quiere conceptuar. La violación en una estación de policía en Bogotá nos llevó a una reforma, esta sí de generación institucional, muy dura y estudiada. En fin me haría interminable rememorando este tipo de situaciones.
Pero miremos la historia: que la policía se politizó debemos reformarla, mataron a Mamatoco se debe cambiar la policía, llegó el 9 de abril y urge reemplazar los mandos, el Presidente Rojas ubicó la fuerza como cuarto componente en el ministerio de la guerra y se tuvieron que cambiar la planta y reglamentos policiales. Muchos embates, muchos amigos que buscan ajustar la institucional a sus intereses y formas de interpretar su misión.
En la actualidad llueven propuestas de reformas, y una vez estudiadas vemos que sus generadores no tienen la menor idea del acontecer institucional, menos su filosofía y doctrina; la mayoría viene de eruditos que no se molestaron en consultar los mandos, mucho menos sus reglamentos, directrices y la misma constitución. ”Evitando debates suprimo autores”, pero se habla de incrementar la planta sin medir el presupuesto, invocan la policía rural sin estudiar la historia de los carabineros, sugieren ajustes en la inspección general desconociendo la organización de esta unidad, abogan por una descentralización que existe, ya que cada departamento de policía es autónomo administrativa y disciplinariamente. Y, lo más descarriado, recomiendan ajustes a la capacitación, cuando los programas educativos están debidamente aprobados y acreditados por el Ministerio de Educación Nacional.
De este somero repaso podemos sacar como conclusión que la Policía Nacional de los colombianos no necesita reformas improvisadas ni evoluciones repentinas. Con el respeto y reconocimiento de su labor por las autoridades y ciudadanía, más avances permanentes en tecnología, así se sentirá respalda y cumplirá la misión como siempre lo ha hecho.