Entendemos que la apertura es una de las salidas obligadas de cara al futuro, especialmente por el tema económico que tanto daño hace, en toda su dimensión; pero cuando hablamos de apertura y posibilidades laborales es obligatorio contemplar lo relacionado con el transporte, que encierra gran cantidad de protocolos, obligaciones y recomendaciones en tiempos normales, lo que se potencia frente a estos momentos del coronavirus, amenazando a los ciudadanos que por variadas razones deben enfrentar la calle, abandonando la seguridad de permanecer al interior de sus viviendas.
Refiriéndonos a la apertura, las autoridades recomiendan y establecen el distanciamiento, lo que en el transporte automotor conlleva utilizar el aforo de vehículos en un 30 %, dando lugar a un déficit considerable para el usuario común, que se ve obligado a buscar alternativas encaminadas a cubrir sus necesidades, debiendo enfrentar tamaños retos, porque la población de usurarios en su mayoría no cuentan con alternativas diferentes al servicio público por múltiples motivos como lo son la edad, el sexo, la economía, limitaciones físicas, actitudes personales y demás.
De manera que no es fácil para las administraciones el manejo de la movilidad; no obstante hagan llamados a las comunidades buscando su colaboración y apoyo; seguramente si se busca compromiso en el transporte privado podemos encontrar una alternativa, pasajera claro está. Me atrevería a recomendar se explore esa posibilidad pues los particulares, con licencias transitorias, podrían suplir esas falencias del momento
El otro punto hace relación al transporte en la bicicleta, opción más que válida y de la que venimos haciendo uso de tiempo atrás; es decir, tenemos experiencia en su manejo, pero somos claros que no todo ciudadano puede disfrutar de esta alternativa, por obvias razones que no creo necesario enumerar. Sin embargo, antes de entregar a este recurso un considerable margen de movilidad, es urgente tomar medidas que aseguren el éxito, como su reglamentación, organización, control y seguridad. Sabemos de las ciclorrutas y la futura implementación de corredores; eso es bueno y saludable, pero repito, con altos insumos de control porque aquellos usuarios que se saben duchos o dominantes de la máquina se convierten en dueños de la vía atropellando con ella cuanto transeúnte o peatón se les atraviese.
Obliga también controlar el empleo del equipo adecuado para protección personal, sin olvidarnos de la seguridad, azote permanente de los ciclistas víctimas de la delincuencia que no escatima esfuerzos para hacerlos blancos de sus fechorías,- más ahora que todos usamos tapabocas-. Habrá que bajarle el ritmo a la velocidad, dejar los afanes, andar con los papeles de la bicicleta, observar las reglas de tránsito y no invadir carriles ajenos. Para las autoridades, redundo, estudiar la posibilidad de utilizar, como lo venimos diciendo, el transporte particular, previa reglamentación y compromiso.