Después del retiro por parte del presidente de la República, Iván Duque, de la fallida reforma tributaria que llevaba la impronta del ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, el Congreso de la República se apresta a debatir el nuevo proyecto de reforma tributaria 2.0 radicado en el mismo por el novel ministro José Manuel Restrepo.
Esta vez el proyecto de reforma tributaria 027 Cámara de “inversión social” cuenta con mensaje de urgencia con la finalidad de abreviar los tiempos de su trámite. Este es el contexto en el cual se abordará su texto, el cual viene precedido, según lo ha anunciado el ministro Restrepo, de un amplio proceso de concertación, en contraste con la que pretendió imponer a pupitrazo limpio el ministro Carrasquilla.
Podríamos decir, para comenzar, que este texto contiene sólo 35 artículos, sin mayores pretensiones, pues su ambición no va más allá de un mayor recaudo de $15.2 billones, en comparación con la reforma que no fue, cuyo farragoso texto constaba de 163 artículos y aspiraba a recaudar $28 billones. Esta es la reforma posible, al fin y al cabo la política es el arte de lo posible. Este es un proyecto con más alcance político que fiscal.
Este proyecto de reforma tributaria se caracteriza porque, a diferencia del anterior, no propone ampliar la base de la tributación del impuesto de renta para las personas naturales, con lo cual se libra sobre todo la clase media de que le metan la mano al bolsillo. Pero, de paso, se favorece también a los más pudientes. Tampoco toca el IVA, el más sensible de los impuestos, dado su carácter regresivo.
También se dejaron de lado varias de las propuestas que traía el anterior proyecto de reforma, como fue elevar el impuesto al patrimonio del 10% al 15%, al tiempo que el programa de ingreso solidario, que se había planteado con carácter permanente ahora será temporal, sólo va hasta diciembre del año entrante. Ello llevó al reputado economista Eduardo Lora a afirmar que “si la protesta social era para rechazar una reforma por regresiva, pues ahora tenemos una que ayuda menos a los pobres”.
Como se recordará, el gremio empresarial encabezado por el presidente de la Andi, Bruce McMaster, propuso al gobierno y al Congreso revertir parte de los beneficios de los cuales habían sido objeto en la Ley de “crecimiento”. Su mensaje no pudo ser más categórico: “en la reforma no toquen a nadie más, cóbrennos a nosotros”.
Más, sin embargo, su ofrecimiento fue desdeñado y desestimado, sólo tardía y parcialmente fue acogida por el ministro Restrepo, casi tres meses después, perdiendo un tiempo precioso, pues con esta propuesta sumada a la de Fenalco-Acopi se pudo haber tramitado y aprobado en las sesiones del Congreso de la República que se clausuraron el pasado 20 de junio. Ello es tanto más extraño al constatar que la propuesta que finalmente se presentó no dista mucho de la de los gremios.
*Miembro de Número de la ACCE
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