Por supuesto, que el tema de la salud de un Jefe de Estado es un asunto público, que trasciende la órbita del interés meramente particular, pues se trata de nada más y nada menos, de establecer si está habilitado o no para seguir el mando de los asuntos nacionales.
En Colombia la Constitución no establece como sucede en otros países, exámenes médicos para comenzar el ejercicio de la presidencia, que se repiten año por año, o por decisión del Congreso cuando las circunstancias lo ameriten.
El tema de la salud presidencial se encuentra en este momento en el ojo del huracán. La discusión la ha disparado el hecho de que el presidente Petro haya cancelado su presencia o faltado sin cancelar, entre ochenta y noventa reuniones, según informes periodísticos (Portal La Silla Vacía), que van entre citas con Jefes de Estado, gremiales, regionales, con presidentes de Altas Cortes, etc. También se advierte sobre desapariciones súbitas, que se vienen presentando desde que fue elegido Alcalde de Bogotá y continúan ahora de Presidente, como sucedió en París recientemente o en España. Incluso se rememora, dejar metida toda una delegación diplomática, esperando dos días, con grave costo para las arcas estatales.
Estos hechos llevan a especular, a falta de un examen médico, que posiblemente puede padecer de ciclos depresivos o incluso algunos concluyen, con fundamento en las grabaciones develadas de Benedetti, que puede combinarse algo de adición al consumo de estupefacientes o alicoramiento. La declaración de Ingrid Betancur sobre un episodio sucedido en Bruselas cuando Petro se desempeñaba como funcionario diplomático en legación ccolombiana ante el gobierno de Bélgica, hace varios años, cuando lo encontró en su apartamento tirado en el piso, ausente, sin conciencia; testimonio confirmado por el exparlamentario Carlos Alonso Lucio, terminó por poner el dedo en la llaga.
El Presidente ha negado todas esas suposiciones; ha dicho que goza de buena salud, que lo que sucede es que terceros le organizan su agenda sin contar con él y que tiene derecho a buscar sus equilibrios, que son ataques de sus opositores.
El problema es que esta situación se sigue repitiendo y el tema de la salud del Presidente se convirtió en comidilla pública y sin duda afecta la buena imagen de la nación y la estabilidad de su Ggobierno. Si se tratara de un funcionario público cualquiera, la Procuraduría podría adelantar las investigaciones disciplinarias para saber si se está cumpliendo o no con los deberes misionales del cargo o si hay daño al patrimonio público y dar traslado al competente; pero como se trata del gran aforado de la nación, solo la Comisión de Acusaciones de la Cámara puede adelantar su proceso de indignidad, para poder proceder en consecuencia; cuestión que sería muy remota en las circunstancias actuales.
Lo mejor sería salirle al paso a las habladurías y que el Señor Presidente diera un parte de tranquilidad, acompañado de una experticia médica, que diese sosiego público. De lo contrario, vamos a tener tema para mucho rato.