Con secreta mermelada que camuflaron como fondo congresional en la aplazada reforma tributaria y un pupitreo acelerado, vertiginosamente pasó la ley de financiamiento -la finacio y miento-. Un Senado soñoliento con David Barguil como ministro ad-hoc, y en la mañana siguiente una cámara apenas desperezándose, Colombia recibió un 19 de diciembre con el más confuso remedo tributario de su historia. Retardatario como los de siempre. Con premios para los ricos y sacrificios antitécnicos para la clase media y la pobreza.
El verdadero titular de hacienda estuvo en la penumbra para eludir aquello de los bonos de agua y ciertos negocios en Panamá.
La cacareada mermelada hizo su agosto en diciembre, con el fondo congresional, que entrega el 20% del presupuesto a merced de los parlamentarios del gobierno, de los independientes y de la oposición, para repartir a su manera. ¡Resucitaron los auxilios parlamentarios!
¿Será correcta la utilización de ese dinero? ¿Tendrá manejo legal y vigilado por el nuevo gobierno Duque, que tanto condenó esa forma de gastar los dineros del pueblo?
La confusa ley y la nueva mermelada se anuncian como una obra maestra, a un país que creyó en un gobierno y en un congreso que acaba de elegir.
Tanta bulla y tantas expectativas para lograr la mitad de la mitad. Pero nos sacarán a los más pobres 8 billones de pesos, mientras los bonos de agua siguen intactos.
Por lo pronto, se han anunciado serias demandas a esta reforma, por inconstitucional y por vicios en todos sus trámites. Una de ellas fue anunciada por el excandidato Germán Vargas Lleras.
Entre tanto, el Presidente Duque sigue y seguirá defendiendo los nuevos impuestos y sacando su retrovisor para justificar la necesidad de 6 billones más para cubrir el faltante de 14 billones que nadie ha podido explicar o justificar.
Este jefe de Estado, en quien todos tenían puestas sus esperanzas, ha recibido, en estos cien días, palo de todos los sectores. Lo regaña el jefe, quien con su tradicional arrogancia lo llama al orden. Lo conminó a enderezar su rumbo, para salvar al país.
Con la tradicional alevosía que exhiben los parlamentarios del CD, la senadora Cabal y su colega Gaviria, le ordenaron cambiar la cúpula militar y ahora le exigen una crisis de gabinete, porque no les sirven los ministros que acompañan a Duque. Es claro que son jóvenes e inexpertos en política, pero van aprendiendo.
El CD quiere acorralar a Duque por el resultado de las ultimas encuestas, como si fuera el único culpable. El jefe y cada uno de los miembros de ese partido deben responder por la impopularidad. Todos deben rodearlo. Otra actitud los convierte en simples oportunistas, que buscan prebendas y mermeladas para adquirir más poder en las elecciones del próximo ano. Duque debe asumir el poder y sacudirse de todos esos falsos seguidores que lo engañan.
BLANCO: El entierro “temporal” de la Ley TIC.
NEGRO: La negativa de la justicia norteamericana de liberar a Andrés Felipe Árias, porque puede “volarse”.