Es satisfactorio observar que las autoridades están mirando hoy por hoy la seguridad como una necesidad prioritaria, porque es inveterada la posición de burgomaestres dando paso de largo al problema, dejándolo en manos de una institución que, en últimas, es un componente más de todo el andamiaje que armoniza el concepto seguridad y si hablamos de seguridad ciudadana es un poco más representativa esa estructura, compuesta por diferentes instituciones comprometidas en la tarea de brindar tranquilidad a una colectividad.
Cuando entendemos el nivel de responsabilidad de las administraciones frente a su electorado o sus gobernados, descorremos el velo que cubre esa sensación de paz, tranquilidad y armonía, sustentada en la presencia y actividad de la policía, institución encargada del servicio de vigilancia, direccionado a la defensa del ciudadano y sus intereses; pero, en realidad, son los alcaldes los directos encargados de brindar seguridad a la ciudadanía.
La muestra de este despertar lo vivimos la semana pasada en Bogotá, cuando la señora Alcaldesa convocó al gobierno central para pedir compromiso en la difícil situación que está viviendo la capital del país, de cara una serie de actividades delictivas, de gran representatividad, que se vienen presentando de manera escalonada, dando pie para pensar que se trata un plan preconcebido por fuerzas oscuras que pretenden hacer presencia en la capital y dando por sentado que todo lo que ocurre y se desarrolla en la ciudad tiene repercusión nacional, alterando el orden público interno del país.
Como importante y acertado podemos calificar el consejo de seguridad efectuado por las autoridades, donde surgieron varias hipótesis los ataques y la presencia de actividades terroristas en el sector de Ciudad Bolívar, consideraciones que recomiendan el obligatorio análisis de inteligencia, entendiendo que no se pueden desechar hasta tanto se tengan elementos de juicio para poder direccionar la atención y estrategias hacia determinado blanco especifico. Como siempre aparecen los analistas que, basados en su experiencia, tratan de sacar conclusiones un poco apresuradas, con base en lo que los medios publican para conocimiento y orientación del ciudadano; pero sería recomendable la prudencia en estos casos, dejando el tema en manos de las autoridades, que son las depositarias de la información por primera mano.
En tanto se esclarecen ciertas incógnitas, el consejo tomo una serie de medidas de urgente observancia, destinadas a controlar el sector y organizar la fuerza pública. Es saludable comentar con mis amables lectores que todas estas disposiciones tienen consecuencias de cara a los habitantes del sector y, tal vez, de la ciudad en general, generando rechazo e incomodad en el diario vivir porque altera la cotidianidad de los habitantes, quienes en un principio reciben las medidas con resignación, pero en poco tiempo demuestran su inconformismo, la misma reacción que siempre busca el terrorismo en sus actuaciones.