La semana pasada los medios registraron una información muy importante para el país y especialmente para el Distrito Capital: la mayoría de los delitos se redujeron, si no en nivel sorprendente, por lo menos lograron las autoridades llamar la atención de la ciudadanía, que cambió en algo su percepción sobre seguridad.
Esta noticia mueve positivamente la motivación al interior de la Policía Nacional, institución que lucha denodadamente para lograr producir en los ciudadanos de todo el país, una apreciación de seguridad que satisfaga los anhelos del conglomerando. Las estadísticas no mienten y por frías que sean muestran resultados irrefutables, permitiendo a los estudiosos de los números registrar las falencias o aciertos de cara al objetivo especifico, como en este caso es la seguridad; probablemente habrá aspectos que no entreguen cifras alegadoras por aumentar el número de incidentes presentados, pero en las ultimas medidas se logró bajar algunos índices delictivos y mirando el universo se avizora un ambiente ciudadano más tranquilo y conforme con el accionar de las autoridades. Ahora el reto es mantener esta tendencia sin olvidar que ojo avizor del ciudadano es susceptible a cualquier cambio en los logros operativos.
Buena noticia y me sirve para retomar el tema del pie de fuerza policial, insistiendo como lo vengo haciendo en el concepto, que se debe sacrificar la cantidad por la calidad, no obstante existan y ”ya lo hemos debatido”, parámetros que fijan un número determino de policías por cada 100.000 habitantes, pero debemos entender que prevalecen elementos diferenciales en cada región que impiden globalizar estas cifras, obligando a personalizar los mencionados parámetros, flexibilizándolos de acuerdo al entono e idiosincrasia de cada región, juicio que impide comparar las ciudades entre sí . Crecer en número, repito es la salida fácil para las autoridades y mandos, sin embargo no olvidemos que la planta institucional está regida por el presupuesto nacional y en las actuales circunstancias, no creo que se pueda lograr un incremento que contemplaría no sólo la incorporación de nuevos miembros, sino su cubrimiento en sanidad y otros aspectos de orden legal; por lo tanto es recomendable seguir motivando el personal y comprometiendo la ciudadanía para formar frentes amplios contra la delincuencia, encausando la denuncia con planes diseñados con consenso ciudadano, organizados, dirigidos y operados por unidades policiales, respaldados, claro está, en administraciones comprometidas con el objetivo de alcanzar esa sensación de seguridad.
Los comandantes, especialmente en Bogotá, desarrollan estrategias en diferentes sentidos cuyos resultados hoy estamos aplaudiendo. Que saludable fuera relevar la policía de ciertos servicios para ahorrar personal, destinándolo a la vigilancia y aquellas responsabilidades las asumiera la seguridad privada. Valdría la pena hacer un inventario de compromisos ajenos y presentar alternativas que incrementen la presencia policial en las ciudades.