“Urgente retomar aspersión aérea sobre narcocultivos”
La situación de violencia en el Cauca esta fuera de control, las disidencias de las Farc, carteles mejicanos y bandas criminales tienen sometido al departamento a una guerra por el control del narcotráfico. En los últimos 14 meses han sido asesinadas 126 personas, la semana pasada hubo dos masacres, en una de ellas fue asesinada la gobernadora indígena Cristina Bautista en el municipio de Tacueyó, a la que se suma la muerte de 3 ingenieros, ya varias personas han sido degolladas. En la zona se han repartido panfletos que ofrecen hasta 10 millones de pesos por la cabeza de cada guardia indígena.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno y de la fuerza pública, muchos insisten en señalar al Ejecutivo como el responsable, por no haber garantizado la seguridad en la zona. Han confundido su papel de opositores al Gobierno, para convertirse en agentes desestabilizadores que promueven el caos, la violencia y la perdida de legitimidad de las instituciones. No tienen reparos a la hora de señalar, no importa si es cierto o no, para encontrar al culpable siempre miran al Gobierno.
La izquierda radical, y un buen grupo de idiotas útiles, en lugar de señalar al Estado, deberían reconocer que la violencia en el Cauca, es producto de su tolerancia al narcotráfico. Hay que recordarles, que fueron ellos, quiénes, en el pasado, exigieron sustitución voluntaria de cultivos ilícitos y pidieron que el narcotráfico fuera un delito conexo al político. Esa tolerancia, ha otorgado grandes beneficios a los criminales, y terminó convirtiéndose en un factor promotor del narcotráfico, generando la oleada de violencia que hoy sufren los caucanos.
Por supuesto, hay que respetar y garantizar la autodeterminación de los pueblos indígenas, pero la fuerza pública no puede tener territorios vedados. Hoy reclaman presencia del Estado, pero nunca la han querido permitir. Ausencia del Estado es lo que necesitan los carteles para poder producir y traficar droga a sus anchas, esa incapacidad de las autoridades, para imponer el orden en el departamento, es lo que ha impedido que los pueblos indígenas puedan vivir en paz.
Los indígenas necesitan la presencia del Estado y del mercado, necesitan ejército, jueces, vías, colegios, empresas, hospitales, proyectos agro industriales, generadores de empleo y de riqueza. No va a ser la tolerancia al narcotráfico, ni un Estado permisivo, lo que garantice la seguridad en la zona, ni la supervivencia de las comunidades ancestrales. Claro que debemos encontrar la manera de garantizarles oportunidades, pero la primera necesidad es garantizar seguridad, erradicando el narcotráfico.
200.000 hectáreas de coca, son la consecuencia de la tolerancia y la promoción del narcotráfico. Para Colombia, para los indígenas del Cauca, es urgente la necesidad de retomar la aspersión aérea de los cultivos ilícitos. Si bien, a través de la fumigación, nunca pudimos acabar con la coca, por lo menos se había logrado contener el fenómeno y manteníamos un área inferior a las 40.000 hectáreas en el año 2010. Hace más daño al medio ambiente, a la salud humana, a la paz y a la democracia el crecimiento desmedido del narcotráfico, que la fumigación área.