Hace unos días, Juan Manuel Santos, muy tieso y muy majo, declaró: “No me importa que digan que compré cortinas o almendras que costaban 15 millones de pesos”. Se refería al escándalo causado por Vicky Dávila, la periodista y entonces directora de RCN, cuando destapó gastos suntuosos e innecesarios de la Presidencia de la Republica, como 15 millones de pesos en almendras y 600 millones en cortinas.
Para Santos, nada de eso es comparable con los escándalos que su gobierno ha destapado recientemente. El Presidente, con el mayor cinismo, aseguró que en su gobierno no ha habido más casos de corrupción que en otros gobiernos, y que, especialmente en los últimos meses, muchos han salido a la luz pública gracias a sus esfuerzos.
¿Es qué Santos nos cree a los colombianos idiotas? Comencemos por analizar lo de los 15 millones de las famosas almendras, ya que a él le pareció semejante gasto una bicoca, una insignificancia, algo absolutamente correcto, porque, según dijo, ahí estaban los contratos.
Señor Presidente, por favor no se haga el obtuso; no es que ahí estén los contratos de compra de las almendras. Se trata de que sus regalitos de almendras son un abuso vergonzoso, en un país donde mueren niños de hambre todos los días, como es el caso de los niños wayuu en la Guajira, o donde, para pagar por esas lujosas almendras, un asalariado deberá trabajar más de 20 meses con un salario mínimo de 737.717.
Ni hablar de los 600 millones de las cortinas, los más de 1.700 millones gastados en una página web para la paz, los 27.973.500 cobrados por confites para la presidencia, o los 84.266.666 para arreglos florales en las residencias oficiales del Presidente, etc...
Claro, a usted no le importa el costo de esos lujos; no es su dinero. Es nuestro dinero, el de los contribuyentes, el de todos los que pagamos un IVA del 19 por ciento, que afecta la canasta familiar de los más necesitados, que no se han comido una almendra en su vida y ni siquiera tienen cortinas.
Pero, así comienza la corrupción, con el irrespeto por los dineros públicos. Hoy comprando almendras o cortinas, luego repartiendo “mermelada”, para engrasar a políticos y sus votos. Por lo que usted ha sido famoso durante su gobierno.
¿Y si el jefe de la nación dispone de los dineros públicos con tanta indelicadeza, por qué no lo pueden hacer los empleados públicos, los senadores, los contratistas o quien sea?
Esto nos lleva a otra parte de su flamante discurso; no es ningún consuelo que en su gobierno no haya habido más corrupción que en otros. Que pronunciamiento tan alarmante. ¿Usted nos dice que la corrupción en su gobierno está bien porque ya venía ocurriendo? ¡Qué conclusión tan vergonzosa!
Referente al destape de los últimos asqueantes escándalos, el de Odebrecht y los sobornos a magistrados de las altas cortes, como todos sabemos, fueron destapados realmente por la Fiscalía de los Estados Unidos y su gobierno no tuvo otro remedio que investigarlos. Esto sin demeritar el trabajo del Fiscal colombiano, quien parece estar actuando con honestidad
Así que sus famosas almendras ¡si importan! porque los colombianos estamos hastiados de que roben y desperdicien descaradamente las arcas del Estado y que usted nos mienta con tanto cinismo.