Entre más pronto comencemos con fuentes de energía alternativas y reconozcamos que los combustibles fósiles nos hacen menos seguros como nación, y más peligrosos como planeta, estaremos mejor.
Lindsey Graham
Tenemos el agua al cuello, porque no se escucharon a tiempo a los defensores del planeta, ambientalistas, a las comunidades indígenas y a muchas ONG que durante años venían advirtiendo de la catástrofe que se veía venir por la depredación de nuestra madre tierra.
En nuestro país, Colombia, vemos impávidos la destrucción de nuestras selvas, de la Amazonía, del Chocó, por la ambición de comerciantes de madera, por ganaderos y por cultivadores de palma para producir combustibles para vehículos. Y los más grave, todo esto ocurre, ante la mirada inerme de los gobiernos y autoridades de turno.
Es muy triste que ver que ya se acaban las energías fósiles, energías no renovables y gran parte de nuestros pueblos campesinos e indígenas no han tenido acceso a fuentes de energía y aún siguen cocinando con leña.
Ya llegan los paneles solares, la energía eólica, la energía de hidrógeno y volveremos a las Pelton y el campo seguirá como la cenicienta del progreso. Porque será más fácil importar el 90 por ciento de los alimentos que consumimos, para favorecer determinados grupos empresariales, que poner a producir el campo colombiano.
Las energías renovables garantizaran un futuro más sostenible para el planeta, y debemos trazar las estrategias, para entrar ya en esa etapa y lograr frenar el cambio climático.
Además, utilizar estas energías es un mandato de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas que, en su objetivo siete, establece claramente la obligación para poder sobrevivir, de impulsar energías asequibles y no contaminantes; como lo son las producidas con base en recursos renovables como el sol y el viento y en otros sectores la caída del agua. Además, los costos de producción son mucho más económicos la de estas energías: producir un mega watt a partir del viento o el sol tiene un costo en promedio de 70 dólares y hacerlo con combustóleo de 130 dólares. Estos parques de energía solar se establecen en lugares que no son de vocación agrícola, luego no perjudican la agricultura y estamos hablando de energías limpias.
A estas posibilidades de producción de energías amigables con el medio ambiente, ya también debemos entrar con fuerza y decisión a reemplazar la utilización de combustibles, en los vehículos, por el sistema eléctrico.
El presidente Iván Duque Márquez sancionó la Ley 1964 o Ley de Movilidad Eléctrica con la cual se busca que en el 2025 mínimo el 10% de los vehículos adquiridos deben ser eléctricos o de cero emisiones. O sea, es el camino abierto a los vehículos eléctricos.
El jefe de Estado agregó que: “Colombia estará a la vanguardia de muchos países de América Latina y nos permite empezar a soñar con que tengamos al año 2030 cerca de 600 mil vehículos eléctricos rodando por las calles de nuestro país”, además otorgándoles como incentivo beneficios tributarios.
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