Desde la Antigua Grecia hasta el presente han sido múltiples los conceptos acerca de lo que significa la política, incluidas las teorías de Max Weber y de otros connotados politólogos que sirven de referencia a los estudiantes universitarios en esta materia; sin embargo, para efectos prácticos he tomado el más sencillo, con el fin de facilitar la interpretación del caso que vamos a tratar.
Política: "es la forma de ejercer el poder para alcanzar ciertos objetivos."
En consecuencia, es a través de la política como ahora las Farc-EP pretenden alcanzar el gobierno al no haberlo logrado por las armas.
Entre tanto, las ciencias políticas también enseñan que " el poder político, para ser obedecido mayoritariamente, debe ser percibido como legítimo..."
Frente a esa realidad y con la clase política actual que se dice legítima por haber sido elegida por mayoría en las urnas, pero tan desacredita por la corrupción y el beneficio propio, no por mucho tiempo seguirá gozando de la aceptación de sus electores, dejando el campo abierto a otros que busquen sustituirlos.
Así las cosas, el país estará entonces ante dos alternativas; o apoya una nueva propuesta conformada por ciudadanos honorables y limpios o permite la paradoja de que sea el nuevo partido promovido por exguerrilleros luego de haber hecho uso de la crueldad, la intimidación, la extorsión y el secuestro, por decir lo menos.
Específicamente el segundo punto del Acuerdo de La Habana se refiere a la participación política de las Farc-Ep, y el año entrante someterse a elecciones para el Congreso, garantizándoseles mínimo cinco curules en el Senado y cinco en la Cámara.
Todo ello, condicionado a la finalización del conflicto que incluye, entre otros aspectos, el cese al fuego bilateral y definitivo, como la entrega de las armas a la ONU.
Con lo acordado en Cuba el Gobierno sentó las bases de la legalidad para resolver lo concerniente al ámbito jurídico, mientras la legitimidad la debe proporcionar el electorado.
De ahí que la situación por venir representa un alto compromiso para cada uno de nosotros.
Un compromiso al que no nos podemos negar y que comienza por salir de esa "zona de confort político", caracterizada por múltiples equivocaciones y graves errores, y enfrentarnos a la dialéctica y a la capacidad de persuasión con la que las Farc-EP buscan legitimar su poder político.
Mientras lo jurídico se refiere a la ley, la legitimidad política en una democracia se refiere al ejercicio del poder conferido por las mayorías.
Quién aspire tendrá que convencer al electorado sobre la “positividad” de sus propósitos.
La idea aristotélica de que los más fuertes son los que mandan y los inferiores obedecen, hace rato está mandada a recoger y por eso lo más indicado es que el poder se legitime en las urnas.
Amigo lector, usted decide; y si es joven entienda que está labrando su propio futuro y el de sus hijos en este "nuevo país".