El título de esta columna es el eufemismo bajo el cual el gobierno busca recoger la mitad de lo que se roban en corrupción y evasión. No la apoya ni el partido del gobierno. Otros partidos como Cambio Radical, Conservador o la U, tampoco. Nació mal porque no se le dijo de frente a la gente que es una reforma tributaria como muchas otras que no han servido para nada. Los resultados (gestión, obras, beneficio a la gente) jamás se han visto. Los ciudadanos, quienes pagaremos con sudor lo que quiere recoger la reforma tributaria, solo sentimos incredulidad e indignación.
¡Y, cómo no! ¿Alguien puede decirme de qué se ha visto beneficiado con el pago de algún impuesto en Colombia? ¿Se garantiza la vida o la propiedad privada al menos? Es una reforma tributaria inoportuna y canalla. La gente está saltando matones para poder sobrevivir. Es una reforma que refleja lo alejados que viven los políticos y mandatarios de la realidad. Ellos nunca van a comprar una docena de huevos. Se las compran o se las regalan. Ellos jamás usarán un Transmilenio y si lo hacen jamás lo van a pagar. Nunca han pagado un almuerzo. Jamás han puesto gasolina a un carro. Es más, jamás han tenido ni tendrán su propio carro. Se los ponemos nosotros y van en la banca trasera de una camioneta, mirando su teléfono celular (que tampoco lo pagan) y por esa razón la vida les pasa como se dice “en coche”. Ellos no ven el hueco. No ven el robo. No ven el desorden del tráfico. Para ellos la vía está “siempre libre”. Sin semáforos. Ciclorutas. Entonces, ¿cómo pedirles sensatez, sensibilidad, oportunidad y sindéresis? Es como pedirle peras al olmo.
Me quitaría el sombrero si en lugar de buscar 26 billones en los bolsillos de la gente los buscaran en los grandes evasores a los cuales jamás les ha llegado ni les llegará un requerimiento de la DIAN (11 billones de pesos al año). Están muertos de risa. Sensato sería recuperar lo que nos cuesta un año de corrupción (50 billones de pesos al año). Ahí van 61 billones de pesos. Casi tres veces el valor de la reforma tributaria. Sensato sería recortar el gasto público y el tamaño del Estado como lo prometió Duque “modo campaña”. No se hizo. Al contrario, ha aumentado el gasto público y el tamaño del Estado. Recorten gastos. Apriétense el pantalón ustedes. El Chocó seguirá siendo el mismo con o sin reforma tributaria.
La única manera de hacer que una sociedad florezca es permitiendo que los individuos que siguen sus propios intereses puedan negociar con otros individuos libres. El rol del Estado como un ente costoso de mantener, lleno de asesores y puestos y regulaciones que entorpecen el libre ejercicio de derechos básicos de los particulares y de las empresas debe terminarse.
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