Quisiera recorrer la historia colombiana recordando las proezas de los líderes que forjaron nuestra independencia. Inspirarme en las obras del historiador Germán Arciniegas, cuando menciona en su libro “Bolívar y Santander, Vidas Paralelas” la vida y razón de las locuras de Bolívar, el más felizmente loco de los guerreros y el más genial.
En el trascurso de los tiempos Bolívar le dice a Santander con su elocuencia habitual: “Es un prodigio que un gobierno flamante sea eminentemente libre y eminentemente correcto y, además, eminentemente fuerte. La gloria de usted y la de Sucre son inmensas. Si yo conociese la envidia los envidiaría”, y en otra carta a Santander: “Ha hecho usted el milagro de plantar leyes en un país de esclavos y establecer la libertad en medio de la guerra, la revolución y las cadenas...”
Con razón el Palacio de Justicia registra orgullosamente la famosa frase del General Santander: “Las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad”
Sin embargo al General Santander después de muchas batallas victoriosas, “se le subieron los humos” como decimos coloquialmente.
Faltando a sus deberes de lealtad hacia el Libertador, se convierte en un traidor, convoca la Convención de Ocaña en 1828, evento en el cual se enfrentan dos ideales diferentes de nación. Bolívar identificado, gracias a la constitución boliviana que pretendía imponer, con el militarismo centralista, Santander su más trágico contradictor, quería fortalecer la descentralización administrativa.
De esta manera Santander se convierte en el mayor opositor, lo que ahora en política moderna se conoce como la bancada de oposición ejercida contra el gobierno, cuyos militantes son excombatientes, amigos de Petro, parlamentarios de otros partidos, y los que claman por una mermelada abundante.
Ya vimos como una opositora radical escudándose en la legalidad, aprovechando un momento de efervescencia y calor sin pensarlo dos veces levantó la sesión para frustrar la discusión de la reforma tributaria en la plenaria de la Cámara.
Mientras el Libertador continúa con su propósito de obtener la libertad, Santander se entrega a los brazos de Nicolasa Ibáñez para patrocinar con todo su empeño el odio hacia el Libertador, a quien llaman tirano y dictador.
El haber desencadenado esta situación y de quienes apoyaban la continuación del estatuto de la Constitución de 1821, convirtieron la diatriba y la amenaza de asesinato contra Bolívar, en el componente central de los llamados conspiradores septembrinos.
Así queda demostrado que cada día la ley pierde su legitimidad convirtiéndose en un deporte nacional contra la democracia. Transcurren los siglos, políticos obsesionados por el fracaso del gobierno, critican a la Ministra del Interior con el argumento de que no apoya el avance de los proyectos de ley del gobierno, se les olvida que la Constitución Nacional establece que un proyecto debe ser aprobado en varios debates, no en un solo día.
Ya lo decía el Maestro Darío Echandía: “Colombia es un país de cafres”