Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Abril de 2015

INTEGRIDAD GUERRILLERA

El dilema de Santos

Santos, como varios presidentes que le antecedieron, creyó que los guerrilleros que aceptaron negociar un acuerdo de paz actuaban de buena fe, querían entregar sus armas para reintegrarse a la vida civil, previas algunas concesiones como penas reducidas para quienes hubieran cometido delitos atroces y ayudas económicas para los militantes reintegrados. Más aún, nuestro Presidente creyó que este acuerdo se lograría rápidamente, “en cuestión de meses” dijo. Después de dos años y medio de interminables negociaciones donde nada verdaderamente se ha logrado ya que los tres puntos “acordados“ no tienen ninguna certeza por aquello de que “nada está acordado, mientras todo no esté acordado”, lo único cierto es que el Gobierno se ha desgastado y las Farc han logrado figuración interna y externa, pero sobre todo, ganado tiempo en un momento en el que sus fuerzas se habían reducido de más de 20.000 guerrilleros a unos 7.500 extorsionistas y narcotraficantes y sus áreas de influencia se limitaban rápidamente. Lograron las Farc ponerse en pie de igualdad con las Fuerzas Armadas y al Gobierno a negociar con ellos la estructura del Estado. Si hoy se rompieran los parlamentos de La Habana ya las Farc habrían obtenido un gran triunfo. En este momento interviene la masacre de 10 soldados mientras dormían y cuando las Farc, supuestamente, observaban un cese unilateral de hostilidades. Naturalmente este crimen ocasiona una generalizada protesta ciudadana, con rechiflas al Presidente y pedidos del Procurador y del Vicepresidente para poner términos a las negociaciones. Santos dice estar indignado por la masacre y afirma que los diálogos de La Habana deben tener un plazo. A renglón seguido añade que “el Gobierno insistirá en el diálogo” y estos continúan mientras los cabecillas de la guerrilla declaran que la masacre se debió “a irresponsabilidad del Estado” y, obviamente, dicen que continuarán la tregua unilateral “siempre y cuando las Fuerzas Armadas no los ataquen”, es decir, que se vuelva a un cese bilateral de hostilidades. Hasta ahora el Gobierno no ha puesto el anunciado plazo a las negociaciones, lo que probablemente no hará y a diferencia de lo que hizo cuando las Farc capturaron a un general que se fue sin protección a un poblado que se sabía controlado por la guerrilla, suspender (simbólicamente) las negociaciones, en esta ocasión no ha hecho más que reafirmar la importancia de continuar negociando. ¿Por qué las Farc masacraron a unos soldados que dormían cuando esto produciría una reacción contraria a sus intereses?: o para forzar al Gobierno a decretar oficialmente una suspensión bilateral de hostilidades o, como en la fábula de la rana y el escorpión, porque está dentro de su naturaleza.

Enigma: ¿Quién pagó a Clinton y Blair sus participaciones en el panel sobre la paz? ¿Los Emiratos que altruísticamente subvencionan al Gobierno?