Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Jueves, 13 de Noviembre de 2014

La venganza de Petro

 

El alcalde Petro conoce bien los sectores de la ciudad donde menos votantes tiene, es decir, donde reside gente con un mayor nivel cultural y que, así es la vida, son aquellos que gozan de mayores ingresos. Ahora, antes de irse del cargo donde se mantuvo a punta de leguleyadas, ha querido vengarse de los que no lo quieren porque consideran que no es más que un demagogo marxista que por tratar de imponer su ideología ha obtenido un enorme deterioro de la calidad de vida de los bogotanos. 

Hagamos un balance preguntándonos ¿cuánto tiempo debemos demorarnos hoy para llegar a nuestros destinos? ¿Cuántas llantas hemos roto en los huecos de la ciudad? ¿Podemos montar tranquilos y cómodos en el transporte urbano? ¿No nos da miedo tomar un taxi al salir de un espectáculo a la medianoche? ¿Porqué no hay vías suficientes? El resultado es que para 8 de 10 familias, la calidad de la vida se ha deteriorado durante las administraciones izquierdistas de los últimos años. Luís Eduardo Garzón, no hizo nada. Con Samuel Moreno (la memoria de los pueblos es corta) se robaron descaradamente el presupuesto y Petro, con su ineptitud e ideologismo, todo lo ha destruido.

Su venganza consiste en tratar de dañar el hábitat y el patrimonio de los que él llama ricos, construyendo en sus barrios viviendas de estrato uno con el argumento demagógico de que así se integran las clases sociales. Quiere construir 372 viviendas de Interés Prioritario en 4 lotes del Distrito en las áreas mencionadas. Poner a familias de bajos recursos a vivir en áreas de altos recursos no elevaría la calidad de vida de los nuevos habitantes sino que les impondría un aumento en el costo de vida y desvalorizaría la zona (la venganza). ¿Cómo se sentiría un habitante del Chicó si lo trasladan a la urbanización donde viven Jeff Bezos o Bill Gates? Los diferentes estratos de una sociedad tienen ambientes apropiados a cada uno de ellos y sacarlos de su entorno económico y social les sería altamente perjudicial. Los lugares de encuentro de un barrio obrero no estarían presentes en un barrio de ingresos elevados. El tendero en cuyo establecimiento se reúnen socialmente los vecinos y que fía hasta el día de la quincena está ausente del Chicó. Para asistir a las escuelas, que no tienen buses propios, los niños tendrían que atravesar la ciudad en el deficiente transporte público bogotano. Como ya algunos han dicho, solución adecuada sería vender estos lotes y construir muchísimas más soluciones de vivienda en sectores menos costosos, como áreas en deterioro o como el proyecto en Usme de hacer 53.000 viviendas y que Petro descartó, seguramente pensando que da más votos perjudicar a los “ricos” que darles a los pobres.