Hay instinto natural a defender la vida, y a quien atenta contra ella se señala, universalmente, de tener desequilibrio mental. Se reclama respeto a la vida en todos los seres que dan signos de tenerla, comenzando por las plantas y animales, y se reciben con beneplácito documentos ecológicos que van en defensa de ella en estos seres como la preciosa Encíclica “Laudato Sí”, del Papa Francisco, pero es de notar que ese gran documento es referente en darle inmenso valor al que había dado S. Juan Pablo II, titulado el “Evangelio de la Vida”, en el que enalteció la grandeza de ella en el ser humano, la cual exige sumo respeto al tratarse del bien llamado “rey de la creación”.
Con gran respeto, al Papa Francisco, se ha recibido en el mundo su decisión, tomada ante Dios, de presentar como doctrina de la Iglesia, aun afrontando la milenaria tradición distinta, el rechazo total y sin excepción a la pena de muerte, y supresión de la vida aún de los más grandes criminales. Ha sido timonazo firme del Papa, con orden de cambiar redacción en documento de tanta importancia como el Catecismo de la Iglesia Católica, en su n. 2267, en el que se admitía ante gravísimos crímenes, y dentro de muy exigentes condiciones, la aplicación de la “pena capital”. Dio orden de otra redacción así: “la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona humana”.
Va esta determinación pontificia en forma acorde con lo establecido en naciones como Colombia, en donde en primer puesto entre los derechos humanos reconocidos por nuestra Constitución está el “derecho a la vida”, que, según lo aceptado por grandes científicos, ha de extenderse desde la concepción, en donde se inicia, y la muerte natural. Es, entonces de repetir la sabía expresión “lo primero es lo primero”, y a este primer derecho darle el puesto de primero en la defensa de ellos. El aborto y la eutanasia por más artificiosas defensas que pretendan hacerles van contra ese primer derecho.
En tanto los que quieren manejar la opinión mundial, e imponer como de “avanzada” costumbres contrarias a las acordes con la ley natural, dejan pronto de lado tan evidentes enseñanzas papales, y hasta tratan de decir que si no se aceptan prácticas como el aborto, por más servicios innegables del Papa y de la Iglesia al mundo, quedarían sin mínimo prestigio. Encendida manipulación de la opinión de la humanidad, cometen los mismos cuando en países como Argentina, después de abierta discusión en su Parlamento, opta por la defensa de la vida de los niños en el vientre materno, y desatan minoritarias protestas contra tal decisión, señalando como “gran pérdida de oportunidad” no haber aceptado ciega matanza de inocentes vidas humanas. Aceptan que no está bien suspender la vida aún de grandes criminales, pero sí quieren perpetuar, a través de los siglos, el herodiano sistema de matar inocentes.
Se insiste en defensa de bienes, y hasta de libertinaje, por culto a los derechos de libertad, pero piden asesinar inocentes, así sea cayendo en garrafal contradicción. Que recuerden que “lo primero es lo primero”.
*Obispo Emérito de Garzón
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