LORENA RUBIANO FAJARDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Diciembre de 2011

Flórez

Se  acerca un aniversario más del nacimiento de uno de los grandes  poetas de mi tierra boyacense Julio Flórez, cuyos poemas como pluma que lleva la brisa marina, florecen no sólo en Usiacurí, Departamento del Atlántico, sino en toda Colombia.


Su padre Policarpo María Flórez, presidente del Estado Soberano de Boyacá en 1871 y su madre Dolores Roa, lo educaron en colegios religiosos y después en la ciudad de Vélez y cuando su padre fue elegido representante a la Cámara ingresó al Colegio Mayor del Rosario y posteriormente se hizo ingeniero en la escuela superior de Ingeniería Civil.
Fue amigo personal del poeta Candelario Obeso y cuando este se suicidó en 1884, Julio Flórez, ya con 17 años de edad exaltó su memoria.


Su primera publicación de poemas salió a la luz pública en 1883 con el apoyo de José Asunción Silva, en cuyos funerales  declamó una elegía que fue censurada por la Iglesia.
Creo la Gruta Simbólica, para tertuliar con sus amigos en medio de las dulces melodías del tiple y la guitarra, pero tuvo que abandonar el país por gentilísimas recomendaciones de sus opositores. El poeta, exitoso con el género femenino, fue bautizado por el maestro Guillermo Valencia quien lo llamó “El Divino Flórez”.


Viajó a Caracas, recorrió Centroamérica  y terminó el desterrado periplo en Madrid en 1907, cuando fue designado por el presidente Rafael Reyes como secretario de la Embajada de Colombia. Allí muy rápido hizo amistad con poetas y escritores, también en uso de buen asilo, como Santiago Pérez Triana y José María Vargas Vila, con José Santos Chocano, Amado Nervo y Rubén Darío.
En 1909 Flórez regresó al país y se fue al balneario de Usiacurí para tratar sus males en las aguas medicinales y se enamoró de una colegiala, Petrona Moreno, con quien tuvo cinco hijos.


Debilitada su salud accedió a recibir los sacramentos católicos y sus seguidores lo proclamaron después de treinta años de darnos honores, como el “poeta nacional”, con el beneplácito del Gobierno nacional, mejor dicho: "Todo nos llega tarde".
Gracias al empuje de la soprano, Liz Maldonado a cargo de la Fundación Casa Museo del poeta Julio Flórez, su vivienda fue restaurada y allí se conservan sus pertenencias, sus escritos y se honra su memoria.