En estas ocasión pretendemos pedir a la ciudadanía y medios de comunicación un poco de mesura con algo de comprensión, al evaluar las diferentes operaciones y procedimientos que deben adelantar unidades de policía, evitando juicios de valores sin suficiente información sobre los hechos, o dar entera credibilidad a manifestaciones venidas de grupos comprometidos y simpatizantes de un sector. Dejemos por sentado que los procedimientos de policía, a más de complicados y diversos, siempre dejan grupos inconformes, por más imparcial que se muestre la patrulla, eternamente habrá un parroquiano descontento y un ciudadano que se siente víctima; esto sin contar con casos de embriagados agresivos e irrespetuoso, que no eluden ocasión para vilipendiar a estos servidores públicos.
En los últimos tiempos toda actuación de policía atrae altas posibilidades de convertirse en choque. Existe una permanente actitud de prevención contra los uniformados de verde oliva, el ciudadano invoca la violación a sus derechos en cada intervención de autoridad; la sola identificación de sospechoso genera respuestas descomedidas, renuentes a cumplir lo solicitado y si pasamos a la requisa, procedimiento recomendado para asegurar la integridad del patrullero, las cosas se complican aún más.
Agredir al representante de la autoridad se convirtió en deporte nacional, con gran facilidad y sin el mínimo cargo de conciencia; se ataca inmisericordemente al representante del orden, situación preocupante por las consecuencias futuras para la regulación social y armonía general. Hoy los procedimientos se filman con el apoyo del celular que todo ciudadano tiene a su disposición y eso está bien, por convertirse en registro fílmico de los hechos, pero desafortunadamente el archivo no cubre todo el evento, dejando vacíos que generan posibilidades de interpretaciones fuera de contexto.
Este escenario da pie para muchos análisis y conjeturas; que la cuarentena tiene alterada la población originando susceptibilidades, que los policías no reciben instrucción suficiente sobre tolerancia, que apremian protocolos de intervención policial, que la brecha entre policía y ciudadano es amplia. En el otro extremo se haba de resistencia a la reconvención, poco o nada agrada al ciudadano la disciplina y menos la presencia de ley alguna en sus retozos democráticos, al igual se habla de desconocimiento a la autoridad en toda su dimensión.
En fin, son variados y diversos los argumentos sobre el asunto, pero urge retomar el rumbo aplicando los correctivos necesarios en los dos sentidos, de manera que todos ganemos, especialmente el país ya que la ley aplicada imparcialmente conduce a la disciplina y el orden. Solo vasta justicia pronta y efectiva para encauzar a la sociedad porque la cuarentena perturba, es verdad de puño. A policías tolerantes se reforzará la instrucción, los protocolos de procedimientos si existen, la fisura hay que restañarla y el ciudadano debe respetar, acatando la autoridad y la ley.