Esta semana que termina Cine Colombia estrenó en sus principales salas la película colombiana "Los Fierros", un intenso largometraje del joven director Pablo González.
Su drama argumental es la quinta esencia del llamado cine negro y desde la primera secuencia hasta la última el espectador se encuentra inmerso en una trepidante historia de desesperanza y frustración.
Su desarrollo constituyó un verdadero reto para su director y sus actores, que en todo momento mantienen un suspenso digno, o mejor, de su difícil género. Con gran calidad narrativa el relato nos va comprometiendo en la tragedia de dos hermanos, en donde el fatalismo parece dominar sus trágicas vidas. Los escenarios enmarcan bellos paisajes sabaneros y sórdidas calles de barrios marginados.
Es un canto al pesimismo que se apodera de la existencia de los desarraigados que, por desgracia, es pan de cada día en muchas de nuestras poblaciones y campos. Esos testimonios nos enredan en una cinta que sin lugar a dudas demuestra las dimensiones de madurez y calidad a las que ha llegado nuestro cine en su edad adulta. Une edición trepidante y con gran ritmo que, quizás, se alarga un poco innecesariamente como, cuando, repite la escena póstuma del protagonista, en dos locaciones diferentes. Pero, en todo caso, es una muy buena realización que no debe dejar de verse.
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Siguiendo con esta crónica cinematográfica queremos referirnos al hermoso y espectacular largometraje español sobre el Museo del Prado que se exhiben en el mismo circuito. Es un estelar recorrido por las mejores muestras pictóricas de loa grandes maestros europeos que se albergaron en grandes palacios y que hoy reposan en la galería madrileña. Es un inolvidable acercamiento, por ejemplo, a las célebres Meninas de Velásquez, a los desgarradores lienzos de Goya, al multifacético universo del Greco o las hermosas obras de la edad de oro italiana.
Es un verdadero deleite para profanos y para entendidos poder gozar de semejante tributo al arte de todos los tiempos y una demostración formidable del grande de perfección que alcanzó en sus mejores manifestaciones el arte pictórico. Es, además, un grato esfuerzo por permitir en una tarde contemplar tesoros que en la realidad se demorarían meses en disfrutar.
Para rematar qué mejor que referirnos, así sea con brevedad, al singular placer que significa gozar de otra cinta, esta vez, dedicada a la vida y a la leyenda de ese gran tenor que en vida fue Luciano Pavarotti. Toda su trayectoria operática, sus mejores interpretaciones, sus grandes triunfos pero también sus frustraciones, se nos entregan en un insuperable testimonio que es un verdadero regalo para nuestros sentidos. Es, por demás, una prueba fehaciente de porque fue comparado en su momento con el inmortal Enrico Caruso.
Adenda
El Bolívar de Caracol será una saga para el recuerdo. Hermoso y respetuoso tributo a la gesta libertadora de un genio que tuvo grandes logros pero también grandes frustraciones.