Quien no hable hoy de Donald Trump, vive en otro planeta. Su triunfo en las elecciones de Estados Unidos está siendo analizado con lupa por todos en el mundo, economistas, académicos, líderes políticos y religiosos y, en especial, con gran persistencia e inquina, por los medios de comunicación.
Nadie puede negar que, junto con el establecimiento y la clase política, los medios, a pesar de todo su poder, fueron los mayores derrotados en esta contienda.
Hilary Clinton era su estrella y por ella apostaron con fuerza, aun manipulando sin vergüenza los debates de televisión entre los candidatos. Fue tan descarada su actitud que molestó a muchos votantes, que se sintieron manoseados por la prensa.
Algo similar pasó en Colombia entre los medios y los partidarios del No. Aquí también tuvimos que sobreponernos al más duro, mentiroso e injusto manoteo en contra nuestra por la prensa “enmermelada”.
Hoy, los medios estadounidenses buscan a diestra y siniestra al culpable de la derrota de su preferida. Humillados, se han tomado la derrota de Clinton personalmente. ¿Cómo se atrevió el pueblo a desoír sus consejos? ¡Son unos ignorantes los que votaron por Trump! aseguran. Fue culpa de los blancos sin educación universitaria, de las mujeres insensatas, de los hispanos de Miami que no entendieron la amistad de Obama con los Castro, en fin, de aquellos que, desconociendo sus recomendaciones, votaron por el republicano.
Es penoso verlos hoy ser más racistas y clasistas que Trump en sus peores momentos.
Esto es bien distinto a la tradicional actitud de los medios que generalmente “enterraban las hachas” blandidas durante las campañas presidenciales, y por la unidad del país, sin más reproches, daban la bienvenido al triunfador al otro día de la victoria, haciendo honor al proceso democrático.
Pero en esta elección eso no ha ocurrido. Los medios estadounidenses que, en su mayoría, respaldaron con furor a Hilary, se dan golpes de pecho por no haber podido detener la candidatura de Trump.
Su furia es latente en la manera como presentan el triunfo del millonario. Lo culpan de dividir al país, cuando son precisamente ellos los que ahondan la división con su exagerada parcialidad en el cubrimiento de la noticia. Poco queda de la famosa imparcialidad, y objetividad, que destacó a los grandes periodistas y medios del pasado.
¿Por qué acusan a Trump por su actitud con los inmigrantes, pero no reportan que Obama deportó, durante su gobierno a 2,5 millones de inmigrantes? Más que todos los presidentes anteriores. Deportó, inclusive, a mujeres y niños que huían de la violencia en Centroamérica. ¿Por qué denigran del muro que propone construir entre USA y México, pero no informan que ya existe un muro en 1.500 de los 3.145 kilómetros de esa frontera?
No me gusta Trump por bufón, ni Hilary por mentirosa. Pero, menos me gusta la actitud prepotente de los medios que quieren controlar, no informar. En especial, aquellos que pertenecen a grupos de poder con agendas propias. Su independencia está en entredicho y el pueblo, así ellos lo tilden de ignorante o inculto, no se deja manipular y rechaza el manoteo mediático. Ojalá lo entiendan y le den un espacio imparcial al Presidente electo. En poco tiempo veremos si del bufón surge un estadista.