La movilización ciudadana de protesta, convocada en ejercicio del derecho de opinión, que congrega a sindicalistas, universitarios, miembros de la rama judicial, deportistas, desempleados, actores y reinas de belleza contra la corrupción, la inseguridad, el costo de vida, los impuestos, el esbozo de reforma pensional y el rechazo al comportamiento de la clase dirigente, tendrá consecuencias aun cuando la demostración de inconformidad colectiva no resuelva por si sola problemas.
El reclamo debe realizarse en paz, sin perturbación del orden público, eso esperamos, la reorientación de la democracia resulta indispensable, ella se aleja si se producen desmanes, afectación de bienes públicos y privados, destrucción, vandalismo. En el continente existe un vacío de poder y una peligrosa situación de debilidad gubernamental, el repaso histórico de la sucesión de regímenes militares en anteriores décadas, la subsistencia de una anacrónica guerrilla vinculada al narcotráfico que recluta niños en nuestro país, indican que el dilema entre derecho y fuerza se encuentra latente, sería un contrasentido lanzarnos al vacío propiciando el anarquismo. Ojalá que mañana todo resulte bien, somos amigos de la civilización.
Los males de Colombia no pueden achacarse al presidente de la República, Iván Duque y a su gobierno, su origen se remonta a siglos anteriores, a los desaciertos de la clase dirigente, a la falta de sentido común, al incremento de la delincuencia, lamentablemente es un hecho que el desempeño de algunos funcionarios públicos alarma, insistir en los errores de pasadas reformas tributarias produce estrés y crece la desconfianza en referencia a la administración de justicia, a su lentitud operativa, al mal comportamiento del Congreso, así reconozcamos la acción positiva de servidores públicos idóneos, jueces honestos y parlamentarios laboriosos.
No todo es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira, pero es tiempo de revisar si existe el equipo de cambio en la actual administración y en cuanto a la oposición es válido cuestionar el cumplimiento de su misión, no se entienden críticas altisonantes en medio de zafarranchos personalistas. Tampoco los gremios y el sector financiero pueden sentirse ajenos a la expresión comunitaria que se producirá dentro de unas horas en diferentes ciudades.
Es importante anotar que, a pesar de ser convocado el paro por varias organizaciones y personas, el liderazgo del mismo no es claro, ni la unidad de criterio se observa, ello preocupa, nos hacemos la ilusión de que al final de la jornada mejoremos en lugar de empeorar. Al fin y al cabo estamos de acuerdo con la frase de Winston Churchill pronunciada en tiempos azarosos: “Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad, un optimista ve la oportunidad en cada dificultad.”