MARÍA ANDREA NIETO | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Agosto de 2012

Flor de loto

 

Sentí escalofríos al ver cómo nuestros deportistas se fueron ganando una a una cada medalla olímpica hasta logar las ocho preseas. En especial, y francamente no sé muy bien por qué, la de plata de Catherine Ibargüen me impactó. El ánimo que se daba a sí misma antes de empezar a correr, el grito aguerrido, los gemidos y la fuerza que le imprimía a cada zancada dada, fueron impresionantes.

Esas ocho medallas creo son la representación de la vida misma en la búsqueda que cada cual hace de sus propias metas y aspiraciones. Las caídas, los tropiezos, las dificultades y al final las ganas de seguir adelante a pesar de todo.

Cada logro obtenido por nuestros deportistas es un gran ejemplo, una gran inspiración. El que tiene ganas y agallas llega a la meta, así sea con la cara ensangrentada.

Las historias de vida detrás de cada medalla tienen también gran importancia, en especial aquellas que tienen que ver con la pobreza, las limitaciones y peligros a los que estuvieron sometidos en sus respectivas infancias. Es la demostración de que, a pesar de las dificultades, es posible el renacimiento.

Se asemeja a la flor de loto, una especie que tiene muchas connotaciones espirituales en Oriente. Esta flor tiene la característica de nacer y vivir en medio del lodo. Es una flor tan linda pero al mismo tiempo tan fuerte que los científicos han logrado germinar semillas después de haber estado sepultadas por más de 1.000 años. Según la mitología griega el origen de esta flor está relacionado con la huida de una diosa que se hundió en un pantano llamado Loto destinado para los fracasados y perdedores y quien después de luchar durante siglos, logró salir a flote convertida en la hermosa flor.

La flor de loto para algunas civilizaciones representa la divinidad, no en vano, la mejor posición para meditar es en flor de loto, porque esta postura o asana permite un mejor flujo de sangre entre las extremidades inferiores en el objetivo de recoger la energía vital, centrarla en el tercer ojo (a la altura de la frente) y trascender hacia otros planos espirituales, según dicen las enseñanzas orientales.

Pero más allá del tema espiritual, el triunfo de esas mujeres y hombres en Londres es en extremo importante e inspirador para un país que a pesar de vivir empantanado se parece mucho a la mencionada flor.