MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Noviembre de 2012

La intervención de la naturaleza

 

EL  6 de noviembre el mundo detuvo por un segundo su paso para observar las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la democracia más poderosa y la primera economía del mundo.

Los estadounidenses se acercaron a las urnas para escoger entre dos hombres diametralmente opuestos.

 

Por los demócratas, Barak Obama, hijo de madre blanca y padre negro de nacionalidad keniana, quien en 2008 fue electo como primer presidente afroamericano de EE.UU. Una elección que hizo historia y conmovió al planeta, hasta tal punto que al poco tiempo Obama recibió el Premio Nóbel de la Paz, por el solo hecho de lo que su elección significaba.

 Por los republicanos, Mitt Romney. Nació en una familia mormona, religión que hasta hace poco fue vista con mucha desconfianza por la mayoría de los norteamericanos por la práctica de la bigamia de sus fundadores, práctica que desde hace décadas fue rechazada por dicha iglesia.

Obama propone un gobierno paternalista, en la más amplia tradición de su partido. El Estado como controlador y al mismo tiempo proveedor. Un gobierno liberal que aboga por el aborto y los matrimonios homosexuales. Una política internacional menos intervencionista y un ejército menos poderoso.

 

Romney, como buen republicano, propone todo lo contrario: un Estado que capacite a cada ciudadano a tomar responsabilidad por sus actos y su vida. Una posición conservadora que defiende la vida del niño no nato y el matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer. Su visión internacional es aquella de Estados Unidos ejerciendo un liderazgo activo y sosteniendo un ejército fuerte, capaz de defender el territorio y las ideas democráticas de su nación.

Fue esta una interesante campaña, llena de altibajos para ambos candidatos. Hasta hace una semana, antes del paso del huracán Sandy, las encuestas daban una pequeña ventaja a Romney, pero el devastador huracán, no solo dejó a varios Estados muy averiados, también le dio una oportunidad al presidente Obama de recuperarse ante el país, mostrando su mejor lado, ese de “padre compasivo”. Sandy le quitó el aire a la campaña de Romney.

 

Así que hoy, cuando usted lea esta columna, la cual tuve que enviar antes de conocer los resultados, estoy segura de que Barack Obama será el vencedor.

No era mi candidato preferido. Al contrario, creo que Obama no cumplió sus promesas de hace cuatro años y no merecía repetir por cuatro años mas. Además, considero débil e ineficiente su liderazgo.

Pero, Barack no solo contó con el incondicional voto del 90 por ciento de los afroamericanos, la mayoría de los hispanos y de los jóvenes, sino también con la sorpresiva ayuda de Sandy, un fenómeno de la naturaleza.

 

Esto me recuerda la derrota de la Gran Armada Española ante las costas inglesas por una devastadora tormenta. Han sido varios los casos en que la naturaleza ha intervenido para cambiar el curso de la historia.

Ojala esté equivocada en mi predicción y Mitt Romney haya sido el ganador.