MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 19 de Diciembre de 2012

Aprender de los israelitas

 

Hasta  ahora preferí guardar silencio sobre el fallo de la Corte Internacional de La Haya. Quería calmar la furia que dicho fallo me causó.  Aunque después de la desafortunada frase de nuestra Canciller sobre un posible fallo “salomónico” debería haber estado preparada para la catástrofe. Quería también informarme mejor y sopesar diferentes análisis sobre dicho fallo.

Pero, entre más tiempo pasa, más indignación siento contra la sentencia, la cual algunos de nuestros mejores juristas han llamado inaceptable o, como dice el importante internacionalista Rafael Nieto Navia, es jurídicamente un adefesio (revista Semana; 26/11/12), y por la blanda actitud del presidente Santos, la ausencia de una Cancillería eficaz que actué antes y no después de los actos y por algunos análisis paliativos de aquellos que pretenden que nos quedemos con los brazos cruzados y aceptemos la pérdida de 75.000 kilómetros cuadrados en el Mar Caribe, como “niños buenos” porque ¡Qué dirá el mundo si nos atrevemos a chistar! ¡Horror!

Hoy, que me encuentro en Israel, les quiero decir que tenemos mucho que aprender de los israelitas. Para ellos el qué dirá el mundo no existe ante la posibilidad de perder un solo centímetro de su territorio. Lo que les importa es ¡Qué dirá su propio pueblo! Para ellos, cada centímetro de Israel se defiende, si es preciso, con la propia vida. Los Israelitas no ceden ante ninguna presión. Bien poco les importa lo que opine el mundo.

Recibí por Internet  una carta abierta a Juan Manuel Santos  escrita por Jaime Jaramillo Panesso. Deseo compartir con mis lectores algunos de sus párrafos: (...) Ese mar y esas riquezas naturales que subyacen en la plataforma continental nos han sido despojados mediante una sentencia inaplicable e injusta, que choca con la Constitución Nacional y que tiene efectos modificatorios de las relaciones internacionales con otros países del área, cuyos tratados están en firme (…). La actitud suya, Señor Presidente, ha sido vacilante, equívoca y desmoralizadora para con la ciudadanía. Correspondía a usted, como Jefe de Estado, convocar a todas las fuerzas políticas, sociales y económicas, sin distinción alguna, para enfrentar este despojo con entereza y carácter patriótico. La nación entera estaría apoyando una posición clara de defensa de la integridad territorial (…). Sin embargo, Señor Presidente, usted escogió el camino de la ambigüedad y del desconcierto. Usted y su Ministra de Relaciones Exteriores hablan un lenguaje desviacionista del verdadero problema y han dicho que se tomarán su tiempo para acatar el fallo, dizque por su complejidad (…). Se dedica usted, Señor Presidente, a allanar el derrotero que nos lleve a la aceptación pasiva del fallo despojatorio. Para ello, usted monta un tinglado con efectos que pervierten la dignidad nacional, nos quita la capacidad de reacción y de la necesaria unidad de la nación (…).

El planteamiento de Jaramillo Panesso es acertado. Colombia debe, como los israelitas, no ceder ni un centímetro de su territorio. Me resisto a creer que Santos no utilice todos los medios posibles para defender la integridad nacional.