MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Mayo de 2013

Sin carreteras no es posible la paz

 

La infraestructura vial del país y de nuestras ciudades es una catástrofe. No exagero. ¿Alguno de ustedes ha tomado la ruta de Popayán a Ipiales? Parece un camino de herradura, o la famosa troncal de Bogotá a Girardot pasando por Silvania, hecha a parches, con obras inconclusas aquí y allá ¿Cuántos años y cuantos gobiernos ha requerido la terminación de la ruta de Bogotá hacia el Atlántico, el túnel de La Línea, el túnel de Rionegro que comunica Medellín con su aeropuerto, la autopista a Medellín, las carreteras de comunicación entre Cali y el Pacifico, o las rutas de penetración hacia el Oriente del país y hacia los pueblos de los Llanos desde Villavicencio? ¿Cuándo podremos ir por caminos que no sean miserables y peligrosos al Amazonas o al Putumayo?

Mientras todo el país no esté adecuadamente comunicado, mientras cada campesino, minero, industrial, no pueda entrar insumos y sacar sus productos no habrá mejora social, no habrá reducción real de la pobreza, no habrá  sino insatisfacción y furia por las incomodidades, y los esfuerzos, productos y cosechas perdidos.

Mientras cada colombiano no pueda salir y regresar a su pueblo de una forma rápida y segura, sin tener que arriesgar su vida cada que sale a una carretera, mientras haya pueblos olvidados a donde solo se puede llegar en mula, como si viviéramos en épocas de la colonia, no habrá paz. Porque no puede haber paz en un pueblo insatisfecho y abusado, como somos los colombianos.

¿Cuántos gobiernos han sido incapaces de cumplir sus promesas y hacer que sus ministros de Obras sean eficientes en la entrega de contratos, la verificación de que se cumplan y el castigo a los que se roben un centavo?

Da vergüenza hasta qué punto nuestros vecinos, Ecuador, Panamá, nos han superado en infraestructura. Estos países se pueden recorrer por excelentes vías sin riesgo de matarse uno en algún hueco o tener que devolverse porque no hay paso, o demorar el doble o el triple en llegar, pues la ruta es para mulas, no para buses, camiones o carros. Pregunto ¿si Ecuador y Panamá aún formaran parte de Colombia estarían tan abandonados y miserables en infraestructura como está Nariño, Chocó o Urabá?

Y ¡qué tal las ciudades! Los tres gobiernos del Polo casi acaban con Bogotá. Los “carruseles” de contratación que permitieron son un adefesio y la administración de Gustavo Petro ¡es tan mala que no hay cómo describirla!

Y, así es en la mayoría de las ciudades. El desorden y descuido de las calles en Cartagena y Neiva, por mencionar solo un par, es atroz. La mayoría de los barrios pobres carecen de pavimentación y, si la hay, está llena de huecos igual que Bogotá.

Las “reservas campesinas”, planteadas en las negociaciones de Paz, sin rutas de acceso serán nidos de insurgencia manejados por las Farc, ¡ellas saben muy bien lo que están proponiendo!

Paz, tratados comerciales exitosos, disminución de la pobreza, satisfacción ciudadana, sin infraestructura no hay ni habrá.