Un 14 de julio accidentado
Cuatro paracaidistas, con banderas de Francia y de la Unión Europea, volaban sobre los Campos Elíseos, de París. Acababan de saltar del helicóptero militar cabeza del batallón aéreo que cerraba el desfile del 14 de julio, aniversario de la Toma de la Bastilla en 1789. Día Nacional de Francia.
En una mañana de lluvia, frío y viento, atípica del verano parisino, el desfile militar tradicional de esta celebración, primero encabezado por François Hollande, nuevo presidente de Francia, había sido impecablemente lucido.
Mientras, en el cielo tronaban los aviones de guerra, dejando estelas azules, blancas y rojas. Nueve mil quinientos hombres y mujeres de las diferentes armas desfilaron con sus colores de gala, inclusive la caballería de la Legión Extranjera, con sus extravagantes capas de desierto. Se destacó la alta participación de las mujeres, algunas muy condecoradas, encabezando sus batallones.
Los paracaidistas fueron guiando su caída hacia la tribuna principal con gran precisión. Pero, en el momento final, cuando tocaron tierra, uno de ellos se fracturó una rodilla. Hollande, sin perder tiempo, descendió de la tribuna y se acercó a saludar al herido, quien ya era atendido por los equipos médicos. Naturalmente, todo cubierto con gran despliegue por los medios.
El Presidente es un astuto político. Desde el comienzo de su gobierno ha pretendido cambiar el estilo arrogante de su antecesor Nicolás Sarkozy, por uno más cercano al pueblo. Hasta aquí todo muy bien, pero algunas cosas no le están saliendo como quería.
Para comenzar Valerie Trierweiler, la mujer con quien vive sin que medie matrimonio, ejerciendo como primera dama, intervino en la campaña para cuerpos colegiados en contra de Segolene Royal, importante líder también socialista, exmujer de Hollande y madre de sus cuatro hijos.
Su intervención, poco apropiada, ha sido duramente criticada por los franceses y por los hijos del Presidente, quienes amenazaron con cortar relaciones con su padre si este no aclaraba lo pasado. Llamó la atención su ausencia en la tribuna presidencial al lado de Hollande.
En su discurso, Hollande pareció un poco confuso, condenó a la compañía automotriz francesa Peugeot/Citroën por el anuncio del cierre de una de sus plantas y el despido de 8 mil trabajadores; sin embargo, afirmó que, para ayudar a los industriales, el Gobierno está dispuesto a hacer una reforma laboral. Algo que aseguró no haría durante su campaña. Esto no gustará a los socialistas.
El Presidente sabe que tendrá que hacer recortes dolorosos en muchos frentes. Porque no sólo con el aumento de los impuestos a los ricos salvará la economía del país.
El nuevo Mandatario francés también ha tratado de aparecer como líder determinante en la crisis económica europea, pero nadie ignora que las riendas en este asunto las maneja Ángela Merkel, canciller alemana. Más aún después de la salida de Sarkozy.
Un 14 de julio accidentado, donde se le empiezan a ver las mataduras al gobierno socialista de Hollande, quien ya comienza a incumplir sus promesas.