Una política ecológica
“Cooperación de todas las naciones para detener la destrucción”
PARA diseñar una adecuada política ecológica en Colombia debemos tener en cuenta dos enfoques principales. En primer lugar el conocimiento de la enorme riqueza de biomas, ecosistemas y nichos ecológicos con que la naturaleza ha dotado al país.
Por otra parte, habrá que tomar en cuenta el otro hecho que apenas en décadas recientes se ha venido reconociendo en nivel general, o sea el de la inextricable interrelación entre los seres vivos del planeta con el conjunto de factores físicos que conforman el medio ambiente en el cual se han podido desarrollar tales seres vivos.
Ni siquiera los países más grandes y más ricos de la Tierra pueden lograr por sí solos mantener unas condiciones ideales dentro de sus territorios para el manejo y conservación de sus riquezas ecológicas y biológicas; se requiere una armónica cooperación de todas las naciones para detener la destrucción alarmante que se viene presentando en nuestro siglo de especies animales y vegetales.
Vale la pena recordar cómo el primer esfuerzo global para señalar los peligros del modelo desarrollista del mundo actual fue el estudio del Club de Roma 1972 denominado “Los Límites del Crecimiento”. Esta obra desató debate amplio y profundo sobre el problema del desarrollo sostenible en nuestro planeta y una de las más importantes consecuencias del mismo ha sido la formulación de una estrategia mundial para la conservación por parte de la Unión Internacional para Conservación de la Naturaleza (UICN) y su discusión al más alto nivel de gobiernos y asociaciones científicas en la Conferencia del Medio Ambiente, Río de Janeiro, 1992.
Allí debemos buscar los elementos fundamentales para nuestra política colombiana hacia el desarrollo sostenible, dentro de un marco de estudio, planeación y cooperación internacional como ha propuesto el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Albert Gore.
Colombia ya ha demostrado su voluntad de acción en el campo de la conservación ecológica como se demuestra, por ejemplo, con la creación de la primera Reserva Nacional Natural (Serranía de la Macarena) decretada por el presidente Mariano Ospina Pérez en 1949; por el Código Nacional de Recursos Naturales formulado bajo la inspiración del presidente Misael Pastrana; y por las reformas introducidas en nuestra Constitución de 1991 en materia de Planeación Integral del Desarrollo con responsabilidades de tipo ecológico.
Pero la situación de deterioro ambiental que estamos viviendo en campos y ciudades (erosión, deforestación, inundaciones, contaminación…) indica la urgencia de actualizar esas políticas y fortalecerlas con programas técnica y administrativamente efectivos. A estimular esos programas y proyectos se ofrece el Premio Mariano Ospina Pérez 2011 en el que invitamos a participar a profesionales, estudiantes y profesores de ecología.