MARTA LUCÍA RAMÍREZ | El Nuevo Siglo
Martes, 15 de Octubre de 2013

No habrá reindustrialización

 

En la actualidad, el panorama económico mundial se desarrolla bajo una dinámica de transformación tecnológica donde cada día tiene mayor relevancia el impacto de la innovación como motor de desarrollo económico y de transformación social de los países a escala global.

Existe una preocupación en todas las naciones por reducir las brechas tecnológicas, pues como lo menciona Mokyr (1990) y Benko (1974): “Nunca como hoy día, el desarrollo económico de una nación ha dependido tanto del conocimiento, la creatividad y la capacidad de innovación que ésta posea”.

En este sentido se generan políticas industriales enfocadas al fomento de la ciencia, la tecnología y la innovación en productos y procesos en los países líderes en niveles económicos, sociales y políticos. Dichas políticas son orientadas en su gran mayoría a sectores o actividades manufactureras, generando variadas transformaciones institucionales que permiten la estructuración de una política  nacional. Esto logra convertir las ramas industriales de dichas economías en polos y determinantes de la competitividad y la inserción de las economías a escala mundial.

Podemos observar según el Índice Global de Innovación, los patrones mundiales de innovación. Algunos de estos países  son bajo la escala de medición: Suiza (1), Suecia (2), Singapur (3), Finlandia (5), Estados Unidos (7), Israel (14), Corea del Sur (16), China (29), Chile (38), Brasil (47), India (62), Colombia (71), Perú (83).  Estos países tanto en el índice de prosperidad como el índice de competitividad del World Economic Forum han mostrado altos niveles de desarrollo y mayor bienestar en comparación con países latinoamericanos, y en especial con Colombia. La política de transformación productiva del Gobierno colombiano con diferentes nombres, distintos matices y actores, ha estado orientada al mayor desarrollo de la competitividad, aumentando esfuerzos destinados a mejorar el potencial de crecimiento a mediano y largo plazos.

Las economías competitivas son las que tienen la facultad de inducir las mejoras de productividad necesarias para la construcción de su prosperidad actual y futura. La diferencia radica entre aquellos países que han apostado por hacer del valor agregado en su producción y de la innovación derivada del conocimiento, una ventaja competitiva creciente. Otros, como Colombia, llevan décadas perdidas haciendo diagnósticos.

Aunque hemos estado conscientes de la importancia de tales elementos diferenciadores, gobierno tras gobierno han mencionado la importancia de la innovación sin que haya existido decisión de desarrollar una política de Estado que priorice la inversión destinada a investigación y desarrollo; que impulse un marco educativo para lograr calidad en la formación y producción de nuevo conocimiento; que estimule un adecuado ambiente de colaboración empresarial y tecnológico; ni una verdadera cultura de relacionamiento Universidad, Estado, Empresa y un espíritu emprendedor proclive a la creación de nuevas empresas y nuevos procesos que construyan ventajas competitivas en clústeres, cadenas y regiones a escala nacional. 

Es en este contexto que planteamos la necesidad de una política industrial moderna y competitiva como puente que mejore la transición entre el presente y el futuro,  desarrollando las estructuras e instituciones existentes para generar cadenas de valor y producciones nacionales que puedan integrarse a cadenas globales de producción que generen nuevas exportaciones y empleos en la búsqueda del pleno empleo que proponemos como meta para lograr progreso, desarrollo y paz en Colombia.

Lamentablemente solo ahora, a 8 meses de concluir la Administración Santos, oímos la voluntad oficial de priorizar la innovación y lograr a través de esta ventajas competitivas en la producción de bienes y servicios de Colombia. Al igual que sucede con el desarrollo del sector agrícola,  creemos que independientemente de la buena voluntad de los nuevos funcionarios , es un tiempo muy corto el que resta para diseñar y poner en  marcha políticas que alcancen a dar resultados en lo que resta del mandato presidencial. Desafortunado que en este tema la improvisación y aplazamiento del diseño e implementación de las políticas públicas genere perplejidad e incertidumbre sobre el futuro de corto y mediano plazos de nuestro país.