MARTA LUCÍA RAMÍREZ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Noviembre de 2011

 

De cinismos y barbaries

 

“Todos tenemos que morirnos, Santos, todos. De eso no va a escaparse nadie”. Fueron las primeras palabras pronunciadas por “Timochenko”, nuevo comandante de las Farc-Ep, tras la caída de “Alfonso Cano”. Y parece que, de súbito, ese dicho auspició un cruel escenario, el que ahora lamentamos profundamente todos los colombianos: murieron en las selvas del Caquetá, con tiros de gracia, José Libio Martínez, Édgar Yesid Duarte, Elkin Hernández y Álvaro Moreno, militares que se encontraban secuestrados desde hace más de una década por la guerrilla.

Como si se tratara de un vil y malintencionado presagio, los narcoterroristas de las Farc nuevamente nos hacen recapacitar sobre la consecución de la paz y el fin del conflicto armado interno por vía política en este país para concluir que talespropósitos son ilusorios e irrealizables en la actualidad. Nada ni nadie impidió que se produjera ese atroz ajusticiamiento, ni siquiera el tantas veces mencionado marco jurídico para la paz en el que polémicamente se ha propuesto el otorgamiento de beneficios políticos a aquellos que llegasen a desmovilizarse.

¿Aún debemos seguir creyendo en la posibilidad de abrir las puertas a un diálogo de paz que tan sólo tiene un interlocutor interesado? ¿Qué puede esperar el pueblo colombiano de un grupo terrorista que incumple con un mínimo compromiso de humanidad? ¿Qué sigue ahora? ¿Dónde quedan las normas del Derecho Internacional Humanitario?

Tomando como fondo esta nueva acción demencial de las Farc, resultaría traído de los cabellos aspirar siquiera a pensaren llegar a acuerdos o componendas,sobre todo cuando en los anales del conflicto colombiano se nos ha mostrado cómo en éstos influyen condicionamientos perversos que sistemáticamente han minado nuestra identidad como sociedad cohesionada y, peor aún, nuestros valores más preciados: la libertad, la justicia, el orden justo y una pacífica convivencia.

Queda claro que la búsqueda de una solución distinta a la guerra, no es una opción paralas Farc. Ni las dinámicas de las redes mafiosas del narcotráfico de las cuales las Farc hacen parte, ni los atentados contra la población civil cesarán. Contrario a lo que ingenuamente se considera, los hechos nunca han demostrado ni tampoco lo harán, que la virulenta guerra de guerrillas sea revolucionaria ni mucho menos provechosa para el pueblo colombiano.

Así no es Farc, así nunca ha sido ni tampoco va a ser. El Estado y la sociedad colombiana deben continuar su proceso de fortalecimiento, acelerar la presencia del Estado en todo el territorio para impedir que continúe el reclutamiento de niños tan atroz como el crimen cometido contra los miembros de nuestra fuerza pública y mantener la presión sin tregua contra las Farc. En el campo militar, el judicial, el económico, el político y el internacional, debemos golpearlos sin tregua y apoyamos desde ya las acciones que adopte el Gobierno del presidente Santos en tal sentido.

Celebramos con inmensa alegría el regreso con vida del sargento de la Policía, Luis AlbertoErazo Maya, luego de más de 12 años de secuestro y cuya libertad fue sin duda un milagro, pues a pesar de que en el salvajismo de las Farc, sólo atinaron a lanzarle granadas para evitar que pudiese salir con vida del campamento itinerante donde se hallaba, a esta hora se encuentra sano y salvo dispuesto a recuperar el amor y compañía de los suyos. Lamentablemente el sargento José Libio Martínez, el teniente Elkin Hernández Rivas, el coronel Édgar Yesid Duarte Valero y el intendente Álvaro Moreno ya no regresarán jamás… Paz en sus tumbas y la fuerza de Dios para sus familiares.

Toda Colombia debe exigir con firmeza la liberación de todos los secuestrados. No más Farc.