En un enigmático trino comentando el comunicado de las fuerzas armadas venezolanas sobre los alcances del encuentro de nuestro Ministro de Defensa con el de Venezuela en la frontera común, el presidente Petro escribió: “Solo basta ir a la práctica juntos. Martillo y yunque. Que no desfallezca el martillo, que se endurezca el yunque”.
No queda claro si Colombia es el martillo o el yunque, pero de lo que no cabe duda es que nuestro gobierno resolvió legitimar el gobierno de Maduro permitiendo este inoportuno encuentro de ministros de la Defensa en plena crisis humanitaria del Catatumbo.
¿Qué acordaron en concreto el ministro Padrino López y nuestro titular de la cartera de defensa el ministro Velásquez? No se sabe nada en concreto, fuera de unas consabidas frases de cajón que pronunciaron después de la entrevista.
¿Se comprometió Venezuela, por ejemplo, a perseguir y a capturar los jerarcas del Eln que viven en el vecino país y a quienes a estas alturas hasta la parsimoniosa fiscalía colombiana ha solicitado su detención levantando las órdenes de captura que los protegían? Nada de eso se dijo en la famosa reunión López-Velásquez.
Los ejercicios militares del régimen madurista, los tanques, el despliegue intimidante de cohetes, la provocadora movilización de gente armada a lo largo de la frontera, los sobrevuelos de los Sukoi sobre Cúcuta, todo esto no fue más que una payasada del régimen de Caracas que anda asustadísimo de lo que pueda ser la reacción del nuevo gobierno Trump ante un gobierno que no fue legítimamente electo, y sobre cuya probidad llueven sospechas. Y quiere que Colombia le haga de telonero calmándole el ataque de pánico que según se ha sabido reina en el palacio de Miraflores.
Como payasada es también que el Ministro de la Defensa del país bolivariano nos venga a decir que su presencia es para ayudar en la dolorosa crisis humanitaria que sufre Colombia, o que se compromete a impedir que las fuerzas guerrilleras, como el Eln, sigan operando a sus anchas en el vecino país. Como lo vienen haciendo desde hace casi tres décadas.
La única manera de creer que esto no es una nueva broma será cuando veamos esposados a los jerarcas del Eln conducidos a un vuelo en Maiquetía para ser entregados en extradición a las autoridades colombianas. Todo lo demás es una payasada más.
Eta era también un grupo subversivo “multinacional” que operaba entre los territorios vascos de Francia y de España. Fue solamente cuando estos dos países resolvieron coordinar a fondo sus servicios de inteligencia y de policía cuando se logró doblegar a Eta.
Mientras el régimen chavista siga instalado en Venezuela, y Colombia no tenga la fuerza persuasiva ni el coraje moral para de exigir de parte de Venezuela una cooperación a fondo para desvertebrar al Eln, seguiremos viendo el espectáculo menesteroso de una guerrilla que anda como pedro por su casa por el territorio venezolano, preparando incursiones arrogantes como la que hemos presenciado en el Catatumbo en los últimos días.
Mientras tanto, el martillo de la insolencia de Maduro y del Eln seguirá golpeando el yunque culposo e ingenuo del gobierno colombiano.
Luego de que los estruendosos aviones Sukoi, de fabricación rusa, irrumpieron sobre el cielo colombiano, el presidente Petro divulgó otro trino diciendo orondamente que era él quien había dado la autorización para que los amenazantes aviones de guerra del vecino país aparecieran sobre el espacio aéreo colombiano.
Lástima que los servicios de la Casa de Nariño no alcanzaron a advertir a nuestro jefe de Estado (tan complaciente con Maduro, pero tan desinteresado por las normas jurídicas de nuestro país) lo que dice el articulo 173-4 de la Constitución: “Son atribuciones del Senado… permitir el tránsito de tropas extranjeras por el territorio de la República”.