MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Mayo de 2013

El ocaso de la OEA

La  OEA se ha debilitado. Surgen nuevas organizaciones que la desplazan. Su declive va de la mano con la pérdida de liderazgo de Estados Unidos. Creada durante la guerra fría optó por excluir la diversidad. Se excluyó a Cuba por no ser democrática. Es decir, redondeó el oxímoron. Concibió una democracia solo para los “democracios”.

Esa mentalidad contradictoria, enrevesada, es muy del gusto colombiano. De hecho su Secretario General fue Alberto Lleras quien fue coherente con ese disparate y es un prócer nacional. En su presidencia aplicó ese principio para gobernar a Colombia alternando en el gobierno a los dos partidos históricos. Se buscaba así apaciguar la guerra civil entre los dos partidos. La alternación se mantuvo durante 16 años. Se excluyó todo lo que no fuera oficialmente liberal o conservador, es decir, a las corrientes que iban naciendo a pesar de esa camisa de fuerza. Populismo, filo-fascismo, filo-comunismo, disidencias conservadoras o liberales. Así se logró transformar la violencia. Surgieron las Farc, el Eln, el Epl y el Moec por fuera de esa OEA nacional llamada aquí Frente Nacional. Y al final de esos 16 años el general Rojas Pinilla contra el cual se había iniciado esa OEA derrota al bipartidismo en las urnas. Se recurre al fraude. Y nace otra guerrilla pero urbana M-19 uno de cuyos miembros es hoy alcalde de Bogotá y a quien intentan destituir por otros métodos no electorales. Por cuanto el Frente Nacional había liquidado el poder real de los partidos históricos que pretendió apuntalar. Se oficializaron tanto que perdieron su raíz histórica, su base social.

Son hoy una caricatura nepótica y clientelista de lo que fueron. Con la OEA ha ocurrido otro tanto. Al excluir a Cuba en los años 60 se pensó que así se fortalecía un cordón aislante y sanitario. Pero ahora Estados Unidos ha perdido liderazgo moral y político. Mientras han surgido corrientes alternas  no socialistas en sentido estricto, sí distintas al paradigma anglosajón de desarrollo. Países como Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, por no mencionar a los de la línea pro-cubana, cuestionan ese unanimismo, y rechazan esa fórmula  excluyente  de Alberto Lleras y Kennedy que degeneró en Bahía Cochinos.

La democracia exige de un espacio en el que se refleje la diversidad y se decante la discordia. A ese congreso se le juzga no tanto por lo que hace sino por lo que evita. Si en él se excluye a los otros que no piensan como yo, se genera violencia política.

Eso ocurrió con la OEA y su debilidad es manifiesta. Eso acaba de ocurrir en Venezuela cuando en el Congreso se le prohibió hablar a la oposición. Ahora ese país tiene que crear un espacio democrático no oficialista. La historia suramericana se ha acelerado. Y los disparates que tardaban 16 años en mostrar sus sinsabores ahora los dejan ver en cuestión de días.