MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 28 de Julio de 2014

Argentina

 

La deuda de la Argentina acumula  más de medio siglo. Han vivido del crédito y ahora deberán pedir otro para cubrir el anterior. O no podrán pagar el funcionamiento del aparato de gobierno. Eso en suma es un default. Están como quien dice amortizando la hipoteca con tarjeta de crédito… Se puede discutir al infinito sobre la piratería financiera mundial, llamar a la deuda “buitre”, pero no se puede eludir el pago de un contrato pactado con buitres y en los términos de piratería financiera que en efecto regían y rigen para ese mercado. El populismo afín al fascismo de los militares argentinos se llama Peronismo. Sobre esa base ideológica se diseñó un sistema asistencialista. Gracias al cual Argentina, a principios del siglo XX, pasó de ser uno de las cinco o seis economías más prósperas del planeta, a lo que es hoy. Según la mayoría de los historiadores extranjeros el peronismo consistía en quitarles a los ricos para darles a los pobres y luego robarles también a los pobres. De ese modo Eva de Perón enriqueció a todos sus familiares, lo que demuestra que era buen miembro de familia. Pero como su asistencialismo benefició a su clientela política, se generó un imaginario colectivo que la deificaba, tal como se ve en la ópera que lleva su nombre. La ópera como género logra bien captar ese extremismo de la emotividad ajeno a los razonamientos.  Y extenderlo a la concurrencia. Es por mucho el mejor género para captar la desmesura italiana de Mussolini, por ejemplo. Ese fascismo es de una opereta como logra el genial Fellini caricaturizarlo en sus películas. Y la población argentina tiene una mayoría de migrantes italianos. El género de la ópera no le es ajeno en gusto ni en carácter. Como espectadores o como actores. Y desde luego el desbarajuste económico es similar en ambos países. Evita, Isabel Perón, la actual Cristina, son mujeres que se han lucrado y han lucrado a su familia. Cuando estalló la segunda guerra el peronismo y en general sus militares no ocultaban su simpatía por el Eje: Hitler, Mussolini. Y quien no estuviese de acuerdo era atropellado. Un simpatizante de los aliados, el escritor Jorge Luis Borges, fue destituido de un modesto cargo en una biblioteca pública. Para humillarlo lo nombraron inspector de carnes y aves. Como entonces hubo un pacto entre Stalin y Hitler, Borges sufría con coraje, desempleado, y ciego, los ataques de ambos extremismos con una valentía que no se menciona ni se recuerda tan siquiera.  Eva hizo detener a la anciana madre de Borges y la encerró diez días con las prostitutas.

Borges lloroso, rememorando con las hermanas Grondona nos  decía, “yo me despertaba sudando con un peso en el estómago y pensaba estoy ciego, mi madre depende de mí, no tengo bienes de fortuna y el hombre más poderoso de la Argentina es mí enemigo”. Luego la izquierda que había apoyado a Hitler cambió de bando, avergonzada, nunca perdonó a Borges su lucida valentía. El académico sueco, Arturo Lundgwist,  Premio Lenin de la Paz, se dedicó a impedir se le otorgara el Premio Nobel. Lo que demuestra que el cretinismo de opereta no es monopolio latino.