MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Septiembre de 2012

El caso Santoyo

 

Entre algunos oficiales de la Policía se aclara ante los compañeros que por fortuna no han recibido medallas, menciones, ni fiestas de desagravio del expresidente Uribe… Un exministro amigo hacía notar que las miles de medallas colgadas por el anterior mandatario habían terminado por desacreditarlas. Recordaba unos viejos versos “En los tiempos de bárbaras naciones de las cruces colgaban los ladrones y ahora que estamos en el siglo de las luces, del pecho del ladrón cuelgan las cruces”. En vano se tienden mantos de humo incitando a la guerra con Venezuela.

 

Con la extradición del protegido general Santoyo, El Nuevo Siglo sacó una editorial pidiendo explicaciones. No se han dado. Los crímenes de Santoyo los conocían en Washington desde por lo menos el año 2008. Y existe comunicación fluida entre los organismos de ambos Estados. Y eso desde hace cuatro años. Sólo hasta ahora el Fiscal y el Procurador colombiano se pellizcan. Empiezan a barruntar que el torcido general del pasado cuatrienio merece ser investigado. El pantallero Fiscal ha estado demasiado ocupado dando opiniones políticas o persiguiendo inocentes desde la televisión. Y el Procurador no satisfecho con haber sancionado dos veces a una exsenadora izquierdista de color, busca castigarla una tercera vez mientras nunca despabiló ante el mafioso protegido de palacio. Es el reino de la ideología que no ve crímenes si vienen de su lado del espectro. Ideología sectaria y prejuiciosa que genera una disponibilidad antiética.

 

En la justicia tenemos magistrados tan anacrónicos que no han asimilado el valor universal de la Red, de los enlaces, de la libertad. En ese medio que al parecer ellos no leen sale a flote lo que el colombiano promedio piensa. Opiniones que no pueden siquiera ser “colgadas” por los dueños de los periódicos. Estamos en un nuevo continente mental. En un nuevo universo.

 

Pero es insatisfactorio que el expresidente se limite a negar su compromiso con el exgeneral. Tampoco contesta a la editorial la vaguedad de otro general: “No es bueno aliarse con el diablo”. Si el caso Santoyo fuese el único indicio de paramilitarismo del anterior gobierno habría mayor margen de duda. Pero es que ese militar estuvo ligado al reputado criminal Jorge Noguera director del DAS de la época y que, jamás le hizo contrainteligencia alguna. Estuvo ligado con la prófuga y también exdirectora del DAS, María de Pilar Hurtado, amparada por Uribe y ahora impune en Panamá. Recordemos al paramilitar Jorge Visbal Martelo, embajador entonces en Lima. A Salvador Arana exgobernador de Sucre, a más de veinte exparlamentarios del “uribismo”. Y en fin al general Rito Alejo Del Río cuando el cuestionado expresidente fue gobernador de Antioquia.

 

Andrés Pastrana lo sacó, y Uribe junto con el primo de Pablo Escobar le hicieron un banquete de desagravio en 1999. No resulta raro que los oficiales de la Policía Nacional aclaren para su honra, que ellos no han sido premiados ni agasajados por el anterior gobernante.