MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 28 de Enero de 2013

Silicon Valley

 

Los  creadores de Software de Geoogle, Apple y demás empresas de computación tienen hijos de colegio. Los están matriculando en escuelas en donde no hay TV ni PC. Usan tiza y pizarrón. Los niños aprenden a escribir, las operaciones aritméticas básicas, a coser y tejer. Sólo a partir de los 13 años de edad se les enseña informática. Hay que aprender a usar su propio cerebro antes de querer sustituirlo por otro artificial.

En California hay colegios que enseñan a desconectarse. A evitar ser alienado por los medios de la Web. El peligro emocional estriba en que la comunicación inmediata no garantiza la proximidad, la atrofia.

Hay ya una división social entre los usuarios de la Web. Quienes pueden darse el lujo de desconectarse y aquellos que por obligación deben responder enseguida a los correos, preguntas, etc.

Existe la conciencia del peligro que implicaría para la humanidad si, por ejemplo, sobreviniera un apagón mundial. Nunca como hoy los jóvenes estarían tan mal preparados para sobrevivir a una crisis planetaria.

Por supuesto que no se trata de lamentar la pésima caligrafía de los Nativos Digitales. Se trata de evaluar si las carencias de las tecnologías virtuales son compensables o no.

Si el surfing mental de los Nativos Digitales, su pasión de superficie, su aversión a la historia, a la filosofía y según algunos a pensar, es sobrellevable o de algún modo sustituible. Sin que la raza como un todo involucione o colapse.

Por lo pronto la cultura literaria parece haberse extinguido. Algunos escritores dicen que no es así. Que la edición de libros ha crecido. Así es. Pero es que la edad de piedra no se extinguió porque desaparecieran las piedras. Parece que hay un cambio radical. La modernidad aborrece los clásicos.  Quizás el verbo es excesivo. Los ignora y no le importa ignorarlos. Un escritor de ciencia ficción imaginaba una sociedad regida por una computadora que guardaba todo el pasado en su memoria y un día decidió borrar al siglo XIII todo entero, incluido Dante, y el origen del concepto de Estado-nación que entonces nacía. Para él era una tragedia pero para quienes jamás han pensado en eso, no lo era. Los dejaba frescos. Solo que no es el computador sino al parecer sus nuevos usuarios a los que poco les interesa ningún siglo pasado. Hacen surfing en la inmediatez y descuentan el oficio del buzo o de la historia. ¿Es prescindible la memoríi histórica dejándola en un disco duro?

Un autor italiano que se preocupa por esa mutación reconoce que tanto la filosofía como la mitología son temas repelentes para los Nativos Digitales. En consecuencia tradujo La Iliada omitiendo la presencia de los dioses. Su coherencia tampoco tuvo éxito, y habría que ser consecuente, si son omisibles la filosofía y la mitología se debe omitir a los griegos del todo. ¿Son prescindibles? Esa es la discusión irresuelta en Silicon Valley.