Repaso acontecimientos de los últimos decenios, principalmente en Colombia, recopilados por un contemporáneo cuya vida ha transcurrido en cercano contacto con el poder, acostumbrado a meterse en la boca del lobo, quien consigna su versión en el libro “El País Que Me Tocó.”
Nombres y fechas llaman la atención, el esfuerzo por innovar, la adopción de posiciones a veces ajenas al establecimiento, a la línea del periódico El Tiempo, se inscriben sin ocultar la decepción frente al trasegar de personas de nuestra generación miembros de la guerrilla con un concepto de revolución mal entendido.
Enrique Santos Calderón cursó filosofía y letras, se situó en la izquierda, mantuvo principios liberales dentro de su idealismo, lo constato cuando reviso la explicación de lejanas incursiones tendientes a buscar una sociedad más justa e igualitaria. Leer memorias es provechoso, válido el reconocimiento para el doctor Eduardo Santos, don Enrique y don Hernando Santos, su abuelo Calibán, la gente del diario que le correspondió durante buen trecho dirigir. Su opinión sobre personas ilustres, en distintas áreas, favorable o adversa, merece considerarse, haber puesto en circulación la revista Alternativa en unión de Gabriel García Márquez y de un grupo destacado de compatriotas que buscaron crear opinión pública de manera distinta a la tradicional valió la pena, no obstante dificultades económicas y la presión ejercida por sectores adversos a la iniciativa.
Como después de cincuenta y cuatro años reconoce la equivocación suya y de Daniel Samper, adoptada de buena fe, de propiciar la invitación de un extraño comité de estudiantes al candidato liberal Carlos Lleras Restrepo para que pronunciara una conferencia en el aula máxima de la Facultad de Derecho, pese a la advertencia de Fabio Lozano y de los directivos de la juventud liberal, la cual terminó en asonada, resalto su reseña. Los intransigentes querían amarrarlo a un árbol, agredirlo, mantenerlo de rehén, formular al gobierno insólitas peticiones, impedimos que derribaran la puerta de la decanatura donde en compañía del rector había logrado refugiarse y un destacamento del Batallón Guardia Presidencial enviado de urgencia por el mandatario Guillermo León Valencia, con el ministro de Educación Pedro Gómez Valderrama a la cabeza, logró rescatarlo sano y salvo. Ese día casi nos comen vivos compañeros que cambiaron sus cuadernos por el fusil. Recuerdo la posterior reunión de desagravio y la lúcida intervención del universitario de la Javeriana Luis Carlos Galán, mencionada por Santos.
La historia es sucesión de testimonios, este conviene que lo analicemos los viejos y lo conozcan los jóvenes, se refiere a un período de cambio opacado por la violencia, el narcotráfico y la desigualdad. A propósito, ¿Cuándo publicarán sus memorias los expresidentes?