“Érase una gallina que ponía un huevo de oro al dueño cada día. /Aún con tanta ganancia, mal contento,/quiso el rico avariento/ descubrir de una vez la mina de oro,/y hallar en menos tiempo más tesoro./Matola, abriole el vientre de contado;/pero después de haberla registrado/¿qué sucedió?/Que, muerta la Gallina, perdió su huevo de oro, y no halló mina/!Cuántos hay que teniendo lo bastante,/enriquecerse quieren al instante,/….
Esta fábula de Esopo debemos acatarla como un desagravio a este animalito víctima de humillaciones por seres indolentes, que vituperan denodadamente su estructura cerebral con calificativos indeseables.
La pobrecita gallina la comparan con algunas reinas que brillan por su ignorancia, y que hoy también podemos compararla con la nefasta decisión de los magistrados de la Corte Constitucional que aprobaron la despenalización del aborto.
Continuando con los méritos de la gallina, debemos valorar el huevo, esencial para la nutrición humana, mientras que a este animalito sólo la consentimos para torcerle el pescuezo, la que después llevaremos a un buen asadero, o a un exquisito sancocho.
Debemos reconocer que los huevos contienen dos carotenoides llamados luteína y zeaxantina, compuestos que pueden impedir la degeneración del ojo humano en el desarrollo de cataratas.
Los huevos contienen componentes esenciales para la memoria en todas las edades, desde el embarazo de la madre que debe nutrir a la criatura que lleva en su vientre hasta el anciano adulto.
Son ricos en nutrientes para mantener la salud del corazón, como la betaína y la colina, importante para el desarrollo del cerebro; su vitamina D protege los huesos, previniendo la osteoporosis y el raquitismo.
A pesar de la pandemia, la gallina nunca abandonó su trabajo, siguió produciendo el huevito diario para beneficio de la humanidad, aunque su trágico final siempre será el de perecer bajo las llamas de un asadero, o también desmembrada, sumergida en la olla siniestra para ser devorada posteriormente por las panzas hambrientas.
La gallina, igualmente, ejerce un liderazgo maternal, dando abrigo a sus polluelos con ternura, si tuviese poderes supersónicos se opondría a su asesinato.
En desagravio a la tragedia que vive nuestra gallina, deberíamos torcerle el pescuezo a los magistrados que aprobaron la despenalización del aborto, ellos en su sabiduría les hubiera encantado tomar como referencia el artículo 90 del Código Civil, que de una vez por todas anuncia la inexistencia de una criatura: “La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al separarse completamente de su madre…la criatura que no haya sobrevivido a la separación un momento si quiera, se reputará no haber existido jamás”
La despenalización desconoce los estudios científicos comprobados perfectamente por los galenos, ellos saben que un feto con 5 meses de gestación puede ser considerado prematuro al ser separado del vientre materno.
El doctor Leonardo Palacios, especialista en neurología afirma sobre la decisión de la Corte: “estoy muy triste y acongojado como ciudadano y como médico, que juré luchar por la salud y la vida de mis congéneres”.